Valdeorras, también tierra de variedades autóctonas como la godello o la mencía, sorprende al enoturista con sus bodegas y viñedos, enclavados en una tierra de fuertes contrastes geográficos de cumbres montañosas y cuencas fluviales. Una zona en la que la misma pizarra que decora los tejados de sus edificaciones forma parte del terroir que da lugar a vinos ampliamente premiados a nivel internacional. Las visitas y catas a los lugares en los que estos se elaboran se erigen así en el centro de un viaje que transcurre a lo largo de los municipios de A Rúa, Larouco, O Barco, Petín, Rubiá u O Bolo, donde, en este último, sostiene el periodista Jorge Isla, “encontramos una de las zonas de vid más antiguas de Galicia”. Un viaje que puede completarse con distintos tratamientos de vinoterapia, además de paseos como los que transcurren por el espacio verde de O Aguillón, rodeando el embalse de San Martiño; el Monasterio de Xagoaza, en su origen priorato de los caballeros Templarios; o la Iglesia de San Miguel. Para comer: Castañas, setas y, sobre todo, botelo, un elaborado de la matanza del cerdo y el plato típico de la zona, que también celebra en verano, más concretamente en julio, su tradicional Feria del Vino y donde el visitante podrá hablar de primera mano con los elaboradores de la zona así como probar sus blancos y tintos mientras disfruta de la música y la buena gastronomía.
Enoturismo en Valdeorras: La vinoterapia y el terroir, aliados en la comarca de la uva godello
Las características de la D.O dan lugar a grandes blancos con premios internacionales, que pueden catarse durante su tradicional Feria del Vino

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