Miro Carballo
En estas fechas, el carácter del gallego agricultor cambia totalmente. Existe una tensión que se palpa en sus ambientes.
Si están en el campo, observan la cosecha inminente de forma tensa pues depende de muchos factores diarios que pueden transformar las perspectivas. Sobre todo, el factor climático, el que más influye en el resultado.
En suma, el premio del trabajo de todo un año: el cuidado abono, el mimo de la poda, el sentido del follaje, la defensa fitosanitaria, las atenciones al envero… Todo lo que, en la buena mano del cosechero, ha podido dedicarse a las viñas y cepas.
Entre lo que no está en sus manos, lo principal es el clima, la aportación de la naturaleza de un año exacto; los abuelos advierten: “A viña durme todas as noites fora…hasta os días da vendimia”.
La tensión, decía, se palpa cada vez más en los ambientes; que cargada tiene la viña fulanito, a ver cuándo empieza la vendimia, el vecino ya tiene preparados los capachos, etc. la vigilancia silenciosa de los movimientos de los vecinos, el miedo a precipitarse, el consejo de los enólogos fundamental y bienvenido, aun que a veces con recepción de inseguridad. Las familias discuten si antes o después, el temor a una granizada, la preparación de las cubas. Así, año tras año, y siempre igual.
Empieza en Galicia la gran fiesta de la vendimia, que realmente se disfruta intensamente en el proceso.
Madrugones, organización y desaparece el silencio entre los racimos que han tenido durante sus doce meses de nacimiento y vida.
Comienza, en resumen, la alegría de la recolección del producto, el premio de la tierra que, a mayor mimo y cuidado, mejor fruto ofrecerá. Comienza la música de la despalilladora, el olor a mosto, las tensiones del buen trabajo sin desperdicio, “Con todas as uvas que te caen do capacho faise un cabazo”, la impotencia ante alguna lluvia o amenaza, la incertidumbre del resultado, los grados conseguidos. ..
Lo dicho: mucha tensión.
Siempre con este resultado: “Non me queixo pero pudo ser mellor…”, escondiendo la profunda alegría de haber hecho un buen trabajo y descansando las tensiones al tener el vino futuro descansando en sus recipientes para evolucionar en el tiempo del descanso merecido después de haber sido seleccionado, arrancado de sus cepas, despalillado, en algunos casos macerado, y a evolucionar en su proceso químico natural de la fermentación.
Brindemos por todas las personas que dedican su vida, durante cada cosecha, a elaborar el fruto de la vid de todas las denominaciones del mundo, sobre todo las gallegas, sufridoras y merecedoras de la satisfacción final, nuestros vinos.
Bridemos también para que sigan el camino que han emprendido, desde hace unas decenas de años, en unirse y luchar por uno de las mejores marcas del mundo. Los vinos de Galicia. Con sus competencias y tensiones para la consecución de magníficas calidades de nuestras copas y cuncas, que, en suma, son aportes a la felicidad de cada uno de nosotros, además de la de ellos.