Diversificar la gama de productos, con distintos perfiles de vinos en el seno de una misma bodega, puede llegar a multiplicar el número de tipos de consumidor en los que esa misma bodega consigue un impacto en el mercado. Así lo entiende Rosa Pedrosa, enóloga de Terras de Lantaño, y parece que, al menos en su caso, la diversificación de la producción en función de los distintos gustos existentes, en efecto, funciona. En los últimos cinco años, la bodega que asesora ha experimentado un notable crecimiento, triplicando su producción y aumentando la superficie de viñedos gestionados en casi cuatro hectáreas, además de hacerse con distintos premios en citas como la Cata de las Añadas de Rías Baixas o el certamen Albariños al Mundo y reforzar también su posicionamiento de marca con presencias en distintas ferias, entre otras acciones. Un éxito que la propia Pedrosa explica a través de una viticultura más personalizada: “Hemos conocido mejor nuestros viñedos y hemos pasado a tratarlos de forma independiente, en función de lo que cada uno necesita”. Y, más aún, la apuesta por una mayor definición de los vinos, adaptados a los distintos perfiles de consumidor; sin, eso sí, perder el carácter de la zona y es que “ahí”, dice, es donde “está la clave”.
Versatilidad e identidad
“Manteniendo nuestra identidad y carácter, sin modificar los aromas y sabores de nuestra zona y nuestra variedad, hemos definido más cada uno de nuestras marcas”, apunta Pedrosa. Y concreta: “De un Ruta 49, fresco y rápido, pasamos a un goloso Viña Cartín, que agradará tanto a los que les gusta el vino como a los que no y, finalmente, Terras de Lantaño, intenso y sereno, sin aristas, como el mar; sin olvidarnos de Terras de Lantaño Añada, con casi dos años en barrica, para los que le gusta la madera, y el espumoso, para los amantes de las burbujas. Creemos que la versatilidad es una de los rasgos que nos definen”.