*Foto: Rosal en viñedos de O Ribeiro este abril. / M. B.
Un grupo de turistas visita una bodega y en sus viñedos hay rosales además de vides. Los invitados preguntan por qué y asisten entonces a posturas contrapuestas entre sus dos anfitriones. El primero defiende que el arbusto de la familia de las rosáceas no es un simple elemento decorativo, sino que sirve para predecir las enfermedades de las cepas y es que, apunta, ambas plantas comparten enemigos como el oídio o el mildiu, que afectan antes al rosal y hacen así las funciones de alerta para el interesado. El segundo, por su parte, niega todo lo anterior. El debate es común, viene de lejos en el vitivinícola de al menos buena parte del país e incluso excede las fronteras nacionales pero: ¿Quién está en lo cierto?
El experto en enfermedades de la vid y ex director de la Estación Fitopatolóxica do Areeiro, Pedro Mansilla, es categórico en su respuesta: “El oídio de la vid no afecta al rosal ni viceversa”. Explica que uno y otro son “directamente” especies de hongos distintas pese a compartir nombre vulgar o común. “Existe el oídio del rosal, sí, y también el de la hortensia , el del roble, el del peral … Todos son oídio pero todos son también especies distintas, con su propio ciclo biológico y un modo de hibernación o condiciones de temperatura propias”, reflexiona y concluye: “Es como hablar del perro y el gato”.
Admite, eso sí, que la sintomatología de unos y otros pueda ser parecida pero solo para pasar a advertir enseguida que: “Nunca se debe diagnosticar por síntomas”. “A ti te duele la cabeza y puede ser una migraña, puedes estar constipada o, en el peor de los casos, puede ser un tumor. Lo mismo para el oídio”, ejemplifica Mansilla.
También la enóloga de D.O. Rías Baixas Rosa Pedrosa difiere de la que califica de “extendida creencia no solo en Galicia” y es que, dice, su propia experiencia niega que los rosales sirvan para alertar al viticultor de la presencia de oídio en la vid: “La especies de hongo de uno y otro cultivo no son las mismas y, aunque al principio hay quien planta rosales por este motivo, finalmente, solo los mantiene por una cuestión estética”, apunta.
Un contexto en el que Mansilla defiende métodos más eficaces para la detección de enfermedades de vid. Prestar atención a variables como la temperatura, las precipitaciones o la humedad y cruzarlas para obtener predicciones es el mejor ejemplo. Bien conocida en este sentido es, por ejemplo, la regla de los tres dieces:”Si los brotes han alcanzado ya los diez centímetros, ha llovido al menos diez litros por metro cuadrado y las temperaturas superan la media de diez grados, empieza a haber probabilidades de que el mildiu aparezca en la plantas”.
Así lo hace la Estación Fitopatolóxica do Areeiro cada semana antes de emitir sus boletines oficiales. Mansilla recuerda al lector que pueden consultarse en la página web de la Estación siempre que se quiera.
Época de riesgo
Informes que pronto aumentarán su frecuencia de emisión, ahora que la viña está brotada y en un mes en el que las condiciones de humedad y temperatura pueden ser caldo de cultivo para determinadas enfermedades: “Estamos en época de riesgo desde el inicio brotación hasta el cuajado, después pueden darse también ataques pero, al estar la uva ya formada, tienen menos importancia”.
Se refiere Mansilla a los ya mencionados mildiu u oídio, este último más tardío, pero también a insectos como el conocido como pedroulo, que se come las yemas de la uva. Organismos, todo ellos, que en cualquier caso dependen de las condiciones climáticas, algo que varía de un día para otro y dificulta siempre las previsiones en el campo.
Alternativas
El momento de mayor peligro llegará con el del aumento de las temperaturas, explica por su parte Pedrosa, quien se muestra preocupada por los posibles efectos del cambio climático en las futuras cosechas: “Creo que podemos tener más problemas de oídio, porque es un hongo al que le gusta mucho el calor y no necesita tanta humedad”.
La atención en la viña ahora mismo, apunta, se centra sobre todo en las restricciones de fitosanitarios a nivel europeo: “Algunos bodegueros nos estamos reuniendo para ver cómo hacer frente a las enfermedades siendo más respetuosos, se están cambiando normas relacionadas con el uso de muchos productos, como el cobre, y van a seguir modificándose en esa línea”.
“Para adaptarnos a estos cambios, queremos empezar a utilizar nuevas estrategias: intentar que las propias plantas aprendan a gestionar estas enfermedades por sí mismas, ayudarles a que produzcan sus propias defensas, utilizar productos no residuales…”, se despide la enóloga.