El grupo Bodegas Gallegas está presente en varias de las D.O. que componen la riqueza del vitivinícola autonómico, diferenciándolo en los mercados nacionales e internacionales. Una fortaleza que permite al grupo ofrecer una amplia variedad de vinos al consumidor, capaces de ese modo de satisfacer todo tipo de gustos.
Entre ellos, se encuentra la gama de D.O. Ribeiros Gran Alanís. Referencias magníficas y singulares elaboradas a partir de las más nobles variedades de uva de la región, como la Treixadura. En el procesado de estas materias primas, Bodegas Gallegas defiende una clara filosofía de trabajo, marcada por conciliar de manera natural la creación de vinos modernos y singulares con el respeto a una tradición vitivinícola largamente arraigada. Gran Alanís goza así de modernas instalaciones con capacidad para 2’5 millones de Litros, lo que la consagra entre las más grandes de la Denominación.
UN VINO “EXCELENTE”. Más importante que la cantidad es, sin embargo la calidad. Motivo que ha llevado a la cosecha de Gran Alanís 2016 a obtener recientemente una muy buena puntuación de la Guía Peñín 2020, catalogado como “Excelente” con 92 puntos. Gran Alanís 2016 es un vino blanco elaborado por la bodega Alanís a partir de Treixadura y Godello en las proporciones 85%-15%. Las uvas de esta añada entraron en bodega con un estado sanitario perfecto.
LARGO RECORRIDO. En los últimos años, la bodega está trabajando para comprobar el potencial de los vinos de O Ribeiro y su evolución con el paso del tiempo, convencida de que las variedades autóctonas de la zona pueden dar lugar, además de a excelentes vinos jóvenes, a elaboraciones con mucho recorrido en botella.
COSECHA 2016. La de 2016, fue la primera cosecha con la que Bodega Gran Alanís consiguió lo que estaba buscando: Un vino blanco muy estructurado y fresco a la vez, sin necesidad de usar barrica. Su éxito reside, ante todo, en la calidad de las uvas, pero también en cuidados procesos de elaboración. Se habla aquí de maceración en frío y fermentación a temperaturas muy bajas con levaduras autóctonas propias. Una vez trasegado, permanece con sus lías finas no menos de seis meses. Se consiguen así una estructura y una redondez excelentes, que mejorarán después en botella.