Ribeira Sacra, un paisaje dibujado por el vino

Ribeira Sacra cumple 25 años en su mejor momento e invita a autóctonos y foráneos a celebrarlo a lo largo de tres jornadas de fiesta en la que no faltarán el vino, la música, la artesanía y la gastronomía local, además de distintas rutas turísticas. 

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Algunos dicen que es tierra de leyendas, de magia, de pasadizos y secretos, de seres mitológicos… Pero muchos otros, sin embargo, sostienen que, en los 20 municipios que recorren las cinco subzonas de la Ribeira Sacra; Amandi, Chantada, Quiroga-bibei, Ribeiras do Miño y Ribeiras do Sil; no hay más héroes que hombres y mujeres sencillos, de carne y hueso, que cultivan con sus manos; manchadas, tintas, de mencía; y su esfuerzo, las hoy ya 2.500 hectáreas de viñedo que pueblan sus zigzagueantes laderas.

Cepas plantadas en bancales de ángulos imposibles, que descuelgan en las riberas de ríos como el Sil, el Bibei o el Miño, y que hablan, como muy pocas, en medio de la mayor concentración de arte románico de todo Europa y entre bosques de robles y castaños autóctonos, de la persistencia y cabezonería que recorre el alma de los gallegos. El cultivo del vino es allí un trabajo especialmente duro, que se practica en zonas de hasta un 87% de pendiente, en las que no caben tractores y a las que, a veces, solo se puede acceder en barca.

En vendimia, los viticultores transportan las cajas de uvas a la espalda, con arneses o en barco, haciendo verdaderos equilibrios para no despeñarse por la ribera, desafiando las leyes de la gravedad, rindiendo honor al término acuñado en 1926 por Otero Pedrayo para describir su profesión: “viticultura heroica”. Otros grandes de la literatura gallega como Cela han escrito también inspirados por el empeño de esta región, cuyos habitantes han sido capaces de llevar a cabo, en sólo cinco años, un proceso  que, en otras zonas, se ha alargado durante décadas.

25 años han pasado desde que, en efecto, en 1996, la Ribeira Sacra pasase a ser miembro de la lista de Denominaciones de Origen de Galicia. Una hazaña que comenzó sólo media década antes, en 1991, cuando un grupo de bodegueros  inició las primeras gestiones para obtener el reconocimiento de Vinos de la Tierra. Desde entonces, el trabajo en favor de la calidad hizo que el vino se convirtiese en la señal de identidad de la zona.

Hoy, la Ribeira Sacra es un territorio unido, delimitado por una de las 10 D.O. más conocidas de España, pero no siempre ha sido así. De las 14 bodegas y 200.000 kilos con los que empezó ha pasado a presumir de 90 adegas y un rendimiento que supera los 5 millones de kilos.  Así, son muchos lo que piensan que esa tierra que deja tras de sí el paso de celtas, romanos y monjes, vinos servidos en mesas de druidas y césares y, más tarde, elaborados con uvas que hablan del silencio y la oración de benedictinos y circenses en la Alta Edad Media, tiene mucho que celebrar en su 25 aniversario.

Atrás quedan los duros golpes producidos al cultivo de la vid en el SXIX por la desamortización de los bienes eclesiásticos de 1836 o la plaga de la filoxera, muy presentes, eso sí, las generaciones de inmigrantes que, a lo largo de un siglo, se marcharon tras haber perdido su principal modo de vida. Por delante, todos coinciden, mucho por hacer en honor a esa tierra que es más terriña que terroir pero cuyos suelos, graníticos, pizarrosos y ácidos, y clima, de temperaturas altas en verano y escasa lluvias, marcan el carácter propio de un vino que define a la Ribeira Sacra antes que cualquier otra cosa.

EL FESTIVAL

Opinan, desde el Consejo Regulador, que eso hay que beberlo, cantarlo, bailarlo y, sobre todo, compartirlo. Para ello nace el festival de vino de la Ribeira Sacra, la primera feria  que centralizará en Monforte a las cinco subzonas de la D.O. y cuya filosofía no es otra que la que llevó a esos abuelos orgullosos a ponerse una botella de Ribeira Sacra bajo el brazo cuando tuvieron ocasión de desplazarse hasta otros pueblos y ciudades: dar a conocer y disfrutar con otros de un bien, para ellos, más que preciado.

El festival, que nace para quedarse, celebra su primera edición el próximo fin de semana en Monforte de Lemos, donde se reunirá a buena parte de las bodegas de la Ribeira Sacra para disfrutar del vino de la zona a lo largo de tres días en los que no faltarán la gastronomía, la artesanía y la música local, además de distintas rutas turísticas en las que se combinarán degustaciones, visitas y paseos en barco.

Así, entre el 14 y el 16 de julio, Monforte se vestirá de gala para recibir las actuaciones de Oîma, Susana Seivane,Tanxugueiras, D’Vacas o la Real Banda de Gaitas de la Diputación de Ourense así como talleres infantiles y tesoros gastronómicos como el queso de cabra o el porco celta. Tres rutas, “Sabor a Ribeira Sacra”, “Safari fotográfico Ribeira Sacra” y “Del Vino y del Agua”, completarán el programa del festival, que invita a autóctonos y foráneos a celebrar, ante todo, que “a Ribeira Sacra é un viño».