Aldeas de cuento y vino en Valdeorras

Vilamartin y Seadur, dos enclaves en la comarca ourensana en los que las bodegas bajo tierra se convierten en el cofre del tesoro de sus viñedos – Las chimeneas de las ‘Covas’ delatan auténticas obras maestras de ingeniería

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Chimeneas a pie de suelo sorprenden a los paseantes en un pequeño municipio de la comarca ourensana de Valdeorras. Ubicadas sobre todo en partes altas y laderas, delatan auténticas obras maestras de ingeniería construidas bajo tierra. Son los cofres del que, probablemente, haya sido y sea todavía hoy el mayor tesoro de los vecinos de Vilamartín: los vinos producidos en su seno, cada día más reconocidos, de hecho, por la crítica internacional.

En épocas del año como la de ahora, en la que los viñedos adquieren tonalidades rojizas y doradas, la piedra y la pizarra de la aldea brillan de forma especialmente atractiva. El otoño pasa a ser entonces la ocasión perfecta para adentrarse en aldeas de cuento como la de Vilamartín y conocer así algunas de las denominadas ‘Covas’ de la comarca, bodegas enterradas que conservan entre sus muros siglos de tradición en la elaboración de vino y, en la memoria, reuniones y fiestas celebradas desde antes, incluso, de que existiesen los bares y hasta nuestros días.

De ello da buena fe José S. Rodríguez (1964), vicepresidente de la Asociación de Coveiros de Vilamartín y un confeso apasionado del valor patrimonial de estos monumentos. También del familiar: si ya su bisabuela pasaba a menudo las tardes con sus vecinos en una de las ‘Covas’, ahora es su hijo mayor, Rubén, quien la disfruta con sus amigos todas las semanas. Entre una escena y otra, ha pasado un siglo pero ahí continúan, en pie, y, al menos en parte, eso es gracias a su cada día más multitudinaria Festa das Covas.

Cada primer fin de semana de agosto, el vino, la gastronomía y la música tradicional gallega se combinan en una cita que ha llegado a multiplicar por diez la población del municipio, animando con ello a muchos a rehabilitar sus cuevas. Una gran oportunidad para conocer estos monumentos que, en realidad, dice José Simón -más conocido en la zona como Pepe- pueden visitarse durante todo el año. Para ello, apunta que basta con llamar al concello.

A Pepe parecen no agotársele los adjetivos a la hora de animar al público a visitar las en torno a 200 ‘Cova’s certificadas en el pueblo: «Es inaudito, muy singular, de verdad. La gente se espera un agujero en una mina y, cuando ven esto, y además hecho a pico y pala, que parece una obra maestra de ingeniería…». Sin llegar a acabar la frase, explica que la función principal de las ‘Covas’ ha sido siempre conservar el vino pues mantienen, de forma natural, la temperatura idónea para hacerlo: «En invierno, con cuatro grados bajo cero en el exterior, en la ‘Cova’ hay unos 16 grados», explica.

Más bodegas que habitantes

Lo mismo ocurre en Seadur, también evidentemente vitivinícola y ubicado muy cerca del tan apreciado por los romanos Montefurado. En él, los arcos abovedados de las cuevas se ocultan bajo bodegas de distintos tamaños, con tejados de pizarra, agrupadas en ladera y que casi superan, en número, a los en torno a 60 habitantes que tiene el municipio. Allí y según cuenta Simón Val Armesto, de la Asociación de Covas de Seadur, las cuevas todavía no están abiertas al público durante todo el año pero sí es posible verlas desde fuera. Puede, incluso, que los visitantes se encuentren con algún vecino que les abra sus puertas, que les invite: «Pasa a tomar un viño», como es todavía tradición en los pueblos vinícolas.

Cuando rondaba los 25 años, Simón, ahora de 41, y su grupo de amigos decidieron reivindicar el valor etnográfico del pueblo organizando una ruta por sus ‘Covas’ en Semana Santa. A la primera edición del evento se presentaron 600 personas, superando todas las expectativas; hoy en día ronda las 1.500. Un ambiente familiar y la buena gastronomía rinden homenaje, desde entonces, al pasado y futuro de la zona, sus vinos: «Hace 20 años y hace 10 también, el pueblo se venía a menos pero, ahora, se empieza a oler un cambio, la variedad godello está en auge y muchos grupos quieren invertir en Valdeorras», dice Simón. Continúa la larga historia de vino de la comarca…