Este fin de semana, los miembros de la Asociación Gallega de Enólogos viajamos a Ribeira Sacra para participar en la V ‘Cata Patrimonio’ de la denominación. Es algo más que un concurso, es la puesta en valor de una zona, una historia, una cultura y una gente fantástica.
El certamen se celebra estos días en Monforte de Lemos, en el Centro do Viño da Ribeira Sacra, un edificio del Siglo XVIII en el que existe un museo dedicado a la industria vinícola, que no es poca en esas tierras, y que busca ser un apoyo más a la candidatura de la zona a Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Ribeira Sacra lo tiene todo para estar al más alto nivel, para ser la envidia de cualquiera y las cosas se están haciendo cada vez mejor: existen más herramientas de las que echar mano y en todos los niveles: Promoción, enoturismo, viticultura, elaboración… Todo ello sin perder la esencia de lo que se hace.
Es a eso a lo que nos tenemos que agarrar para no perder el tren, como han hecho en tantas otras zonas vitícolas. Lo cierto es que estamos a muy buen nivel nacional e internacional y quien no lo crea que pruebe los vinos… y si puede, por supuesto, que los pruebe en la zona.
He participado como miembro del panel de cata en tres ediciones de la cuatro celebradas hasta la fecha y puedo decir que las sensaciones son cada vez mejores.
Durante el concurso, se hace un recorrido por los diferentes perfiles de vinos de la Ribeira Sacra: vinos tintos jóvenes, blancos, con madera, otras añadas y una categoría de Magnum, vinos embotellados en este formato… ¡Además, este año tenemos una nueva categoría! Los rosados… En definitiva, nos damos un paseo a lo largo del tiempo a través de nuestros sentidos, lo cual es una auténtica gozada.
En la cata existe, además, un intercambio de valores humanos y se destaca la importancia de la tradición y la creatividad de viticultores, bodegueros y enólogos. Los premios o reconocimientos son importantes, pero también quien lo concede. En este caso, el panel de cata está formado por profesionales del sector, miembros de la Asociación Gallega de Enólogos, en la que me incluyo, que buscamos poner en alza las virtudes de los vinos más allá del gusto personal y teniendo en cuenta parámetros importantes a la hora de juzgar las distintas elaboraciones.
Se trabaja con una media de 150 vinos, siempre a ciegas, por supuesto. En mi opinión, no se puede pensar en otro formato si se quiere que sea justa: la etiqueta vista crea prejuicios, es muy difícil abstraerse del todo, el subconsciente siempre estará ahí para recordarte algo positivo o negativo acerca del vino que tienes delante.
Ciento cincuenta muestras pueden parecer muchas pero el panel está acostumbrado a este tipo de cifras. En la Asociación Gallega de Enólogos participamos en catas muy a menudo como una “forma de estar en forma”, un entrenamiento, y estamos continuamente formándonos.
La tradición es importante y se debe respetar pero estar al día es también imprescindible para ser un buen profesional, en cualquier sector. Un ejemplo de ello son los grandes cocineros gallegos, con estrellas Michelin, que usan productos tradicionales para sus mejores platos pero que, cada día, nos sorprenden con técnicas innovadoras. Es resultado de la formación e innovación continua.
Además, aunque Ribeira Sacra no es grande en volumen de kilos de uva, sí ampara muchas bodegas que, a su vez, trabajan con un gran número de variedades, lo cual nos puede hacer pensar que, incluso, esas ciento y pico muestras son, en realidad, pocas.
La cata se desarrolla en dos días, algo que nos ayuda a hacer una mejor y más ajustada selección. Se necesita concentración y tiempo para hacerlo bien. Hoy se hará una precata de todas las categorías y, mañana, se trabajará sólo con aquellos vinos que hayan pasado. Es el día de la gran final.
Lo diré de nuevo: Ribeira Sacra lo tiene todo para estar al más alto nivel, para ser la envidia de cualquiera y orgullosos tenemos que estar los que formamos parte de ella, ya sea de una manera u otra. Creo que no hay nada más bonito que poner en valor una zona a través de un vino. Una vez más vuelvo a decir: “EN GALICIA MOLA ESTAR “ y “ DE GALICIA MOLA SER”.