Científicos gallegos, pioneros en el análisis del herbario de vid más antiguo del mundo

El cofre del tesoro de la historia vitícola universal es español y surgió gracias a una frustrada misión de espionaje en la época de Carlos IV

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*Foto: Carmen Martínez, en el centro, acompañada del resto de miembros del grupo de Viticultura de la Misión Biológica de Galicia, dependiente del CSIC. /Fdv

No hay mal que por bien no venga y si no que se lo digan a Simón de Rojas Clemente (1777-1827), considerado padre de la ampelografía y quien se convirtió en tal gracias a una especie de jugarreta perpetrada por nada menos que el hombre fuerte de Carlos IV allá por los primeros años del S XIX. El asunto tiene tela: Resulta que Manuel Godoy y un tal Domingo Badía propusieron a nuestro protagonista un viaje científico al interior de África que, de científico, poco. Se trataba en realidad de una misión de espionaje para la que, al final, los gobernantes de la época decidieron no contar con Clemente y este se llevó un chasco, claro. Para tenerlo entretenido, y sobre todo con la boca cerrada, Godoy le encargó un estudio muy bien remunerado cuyos detalles no son relevantes ahora mismo. El caso es que ese fue el motivo que llevó a Simón de Rojas Clemente a instalarse en el sur del país. Allí conoció a un bodeguero de la época. Inició el proyecto de su vida.

“Es casi una historia de aventuras”, sonríe Carmen Martínez, directora del grupo de Viticultura de la Misión Biológica de Galicia (CSIC), ante las “rocambolescas circunstancias” que dieron pie al que hoy es el herbario de vid más antiguo del mundo, con más de 180 pliegos de variedades conservados desde hace 200 años y, aún más importante, la base sobre la que el botánico creó una disciplina para el estudio y descripción de uvas, bautizada con el nombre de ampelografía y todavía empleada universalmente.“Prácticamente todos los parámetros que estableció Clemente en su método continúan utilizándose y están recogidos en el código oficial de la Organización Internacional de la Vid y el Vino (OIV)”, asegura Martínez en esta línea.

De la historia de Clemente y el herbario, hoy conservado en el Real Jardín Botánico de Madrid y considerado Patrimonio Nacional, sabía ya desde hace tiempo la científica del CSIC, que igualmente conocía que no había sido estudiado jamás. Cuenta que se decidió a proponer analizarlo y que no fue fácil conseguir el permiso para obtener ese centímetro cuadrado de cada muestra herborizada con las que ahora están trabajando. Mereció la pena y es que, en opinión de Martínez, el herbario es “un cofre del tesoro” del que, poco a poco, se van obteniendo datos sobre el origen de uvas históricas o la llegada a Europa de enfermedades de vid que cambiaron la viticultura del continente para siempre. Promete así distintas sorpresas de las que en breve estarán en disposición de dar más detalles.

Por lo pronto y en colaboración con el INRA-Montpellier, la MBG acaba de firmar varias publicaciones en prestigiosas revistas sobre las cuatro primeras variedades del herbario estudiadas. Documentos en los que los expertos muestran la exitosa adaptación del protocolo de extracción de ADN para trabajar con muestras tan antiguas, lo que ha permitido identificar hojas de hace 200 años y convertir, a su vez, al herbario en una fuente de valor incalculable para estudios genéticos y botánicos. Acerca de todo ello puede leerse ya en el American Journal of Enology and Viticulture o la revista ARBOR.

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