Texto: María Bueno
Cristina Mantilla (1963) estudió Química en la USC y, más tarde, “casi de casualidad”, hizo un máster en enología. Explica que se “enganchó” a este mundo cuando pasó a elaborar vino, una actividad en la que trabaja desde los años 90. Ahora, Mantilla asesora como enóloga a un total de 6 bodegas en hasta 5 D.O como Rías Baixas o Valdeorras y sigue preparándose porque, dice, “la formación es la mejor base para realizar un buen trabajo”. Precisamente, esta semana ha hecho el examen de ingreso para Master of Wine, el título más respetado del sector a nivel internacional. Además, participa en cuantos eventos le permite su agenda. Una de estas citas tuvo lugar el pasado mes de abril en Cambados, municipio en el que Mantilla participó en la presentación de la Agenda Estratégica de la Plataforma Tecnológica del Vino (PTV), con una ponencia en la que analizó las tendencias en el sector del vino.
¿Qué sensaciones le transmitió su charla en la PTV?
–Lo que hice fue un pequeño recordatorio de quiénes somos, de dónde partimos y a dónde vamos. Abordé las tendencias del vino gallego y también las posibilidades hacia las que podíamos dirigirnos. Me sorprendió a mí misma el ver que, aunque no estamos en grandes cifras de exportación , sí es cierto que, en los últimos 30 años, se ha ganado mucho en este sentido.
¿Cuáles son las tendencias de mercado y consumo en el sector?
–En Galicia tenemos que darnos cuenta de que podemos adaptarnos a los estilos de vinos que son “Trending Topic” a nivel internacional, que están funcionando mejor, que abren camino a consumidores que nunca antes habían tenido en su casa una botella de vino y que podemos hacerlo, además, sin perder nuestras raíces y nuestra tipicidad. Los llamados sparkling wines y los rosados están teniendo mucho éxito en este sentido.
¿Los vinos atlánticos forman parte de estas tendencias ?
– Claro. Y tenemos que aprovechar lo que tenemos porque pocas zonas puede haber más atlánticas que Galicia. Sin embargo, también tenemos que pensar que no somos los únicos y aprender a diferenciarnos más y reflejar en esa botella de vino toda nuestra historia, nuestro carácter gallego y no sólo la frescura de nuestros vinos. Lo estamos haciendo bien pero aún nos queda mucho camino.
¿Qué es lo que diferencia a los vinos gallegos en el exterior?
– El origen, la autenticidad o la tipicidad de nuestras variedades, que están ahí y se están trabajando bien. Eso es lo tenemos que explotar. La gente ha entendido que tenemos muy buenos vinos, muy buenas variedades… Pero tenemos que trabajar todavía más en todas esas elaboraciones, en todas esas calidades…
¿Con qué variedades autóctonas prefiere trabajar?
– Tengo la suerte de trabajar con variedades, sobre todo blancas, muy buenas, y muchas de ellas autóctonas como son el albariño, la godello, la loureiro, la treixadura… Después, en tintos, la mencía, que no es autóctona pero sí está muy bien aclimatada a nuestro suelo y otras que sí son autóctonas como la castañal, con la que estoy trabajando en Valmiñor y es una joya con mucho potencial, también la sousón y el brancellao.
¿Cuál es la proyección de los tintos en Rías Baixas?
–El problema de las variedades tintas en Galicia es que tienen una maduración muy larga, algo a lo que no favorece nuestra climatología, sobre todo en Rías Baixas. Sin embargo, trabajando bien la viña y con buenas podas y producciones adecuadas se están empezando a elaborar buenos tintos. Aun así, la proporción todavía no llega al 3% en Rías Baixas.
¿Qué cambios se han producido en el sector en Galicia?
–El cambio climático está ahí, a nosotros, hasta ahora mismo, nos está beneficiando. Para las variedades tintas, por ejemplo, ya se puede esperar a una buena maduración el mes de septiembre. Cuando yo empecé a trabajar en Rías Baixas, para conseguir en una variedad blanca como el albariño, más o menos de buena maduración, los 11’5 – 12 º C, casi había que poner una moneda a San Antonio. Además de eso, los viñedos en Galicia han mejorado mucho: empezamos a hacer plantaciones mejor pensadas y estructuradas para producir uva de calidad. Todo esto ayuda a evitar tratamientos en la viña y a manejar mucho mejor los tiempos de vendimia, factores que inciden en la calidad del vino.
¿Cuáles son los retos por los que pasa del futuro del sector en Galicia?
–En España y en Galicia no para de descender el consumo de vino. Eso es problemático en un país que se sitúa entre los tres grandes productores. Los jóvenes no piensan en el vino como algo arraigado a sus orígenes. Ese es el gran reto: en Galicia se produce vino y bien, es necesario que los nuevos consumidores lo archiven en su base de datos. Por supuesto, no hay que olvidar que es una bebida alcohólica y defender el consumo moderado, pero hay que explicar el porqué de nuestros vinos. Entendiéndose esto, yo estoy convencida de que los jóvenes lo pueden apreciar más que la rival, la cerveza, que tienen más a mano.
¿Las claves a la hora de elaborar un buen vino?
– Las características de la variedad o variedades con las que se elabora es lo que se debe reflejar en el vino, esa historia, esas peculiaridades, esa tipicidad, que a la hora de beber una copa de un vino gallego te transporta a una playa, a una montaña, con nuestros bosques, con nuestros productos, con esas sensaciones que tiene nuestro terruño, que es lo que podemos ofrecer.
¿Se está preparando para ser Master of Wine?
– Sí, me estoy preparando por libre el examen de ingreso para Master of wine. Es muy difícil pero voy a intentarlo. No debemos parar de estudiar. Yo jamás tuve la sensación ni creo que la vaya a tener de que no hay secretos para mí en el mundo del vino. Por interés, por ampliar mi forma de trabajar y porque me gusta lo que defienden, voy a tratar de entrar este año.