Berta Arias, licenciada en Agrónomos, profesora del Ciclo Superior de Vitivinicultura del IES O Ribeiro y una confesa enamorada del campo, tiene claro que la poda es una de las grandes estrellas de la materia que imparte, una pregunta de examen segura y, por supuesto, una de las actividades clave en viñedo para que la planta produzca calidad.
Y todo, adelanta, por una cuestión de equilibrio. “A final de curso, los chicos me dicen: «profe, es que siempre hablas de equilibrio, equilibrio, equilibrio» pero es que es cierto, el equilibrio es fundamental, lo más importante”, se justifica Arias. “¿Como la vida misma?” .“Efectivamente, como la vida misma”, dice y se ríe antes de pasar a concretar: “La función principal de la poda es limitar el crecimiento de la vid, una planta trepadora en origen, que medra de forma ilimitada (…) Al eliminar los sarmientos sobrantes de cada cepa, se consigue un desarrollo controlado y adecuado al vigor de cada una de las mismas, que evitará el exceso o deceso de racimos y mejorará la calidad de sus frutos”.
La poda, en efecto, va a determinar la producción de la próxima cosecha así como la armonía de la planta entre sus ciclos vegetativo y reproductor. Un papel nada desdeñable entonces que, este mes, la convertirá en absoluta protagonista en los cuadernos de los alumnos del centro, justo a tiempo para hacerla coincidir con su llegada a los viñedos de la comarca.
Desde mediados de enero hasta principios de febrero, Arias familiarizará a sus alumnos con conceptos como el de “vecería o alternancia”, el fenómeno por el que algunos árboles frutales alternan años de fuertes cosechas con otros de poca o ninguna, para remitirles a otros como el que ya ha pronunciado unas cuantas veces a lo largo de la entrevista: el de equilibrio.
Hablará también de las edades del viñedo, la distribución de las yemas o los sistemas de conducción de las cepas, de hojas, variedades y climas… A tener en cuenta a la hora de elegir un tipo de poda u otro. Tres son los más comunes: poda corta –los sarmientos adquieren forma de pulgares–, larga –forma de varas– y Guyot –combinación de las anteriores–.
Las definiciones y principios se unirán en un marco teórico que se complica en la práctica. Lo advierte Berta al ser preguntada por el consejo más importante que transmite a los chicos en estas fechas: “cada cepa es un mundo, hay que fijarse en cada una, valorarlas por separado. Lo que en una planta está muy claro, en la siguiente igual hay que cambiarlo.”
Así las cosas, las lecciones traspasarán el aula para llegar a los 4.000 metros de viñedo del centro o las fincas de la Estación de Viticultura y Enología de Galicia (Evega) o a la parcela de Os Chancís, Ribeira Sacra, que la diputación de Lugo pone a disposición del IES. Excursiones y visitas con expertos de la talla de Paco Rego completarán el programa lectivo.
Y es que la de la poda no es una función que pueda hacer cualquiera. “No, no debería al menos. Date cuenta de que te estás jugando la próxima cosecha”, responde Arias, que añade: “De hecho, las bodegas demandan cada vez más a podadores profesionales, gente que sepa de esto”.
Por eso y por todo lo demás, la poda protagoniza dos exámenes individuales, uno teórico y otro práctico, en la clase de Arias y en el final… : “la poda cae seguro, vamos, son preguntas fijas de examen: qué es la poda y los distintos métodos y cómo aplicarlos”. Sus alumnos toman nota.
El arte de la poda para un futuro emprendedor
Dice Pablo Fernández Mato, 19 años, Ribadavia, que él, “coma quen di, aínda é un novato” pero pronto dejará de serlo a juzgar por los halagos que le dedica su profesora: “trabaja muy bien, tiene muy buena práctica, aprende rápido. Se nota que le gusta y es trabajador. Yo confío en él al 100%”. Pablo es uno de los 30 alumnos que suman los dos cursos del ciclo superior de Vitivinicultura en el que Berta Arias imparte y, como la mayoría, disfruta mucho con la poda: “gústame porque é unha parte fundamental do ciclo vexetativo. Si non podas ben, non vas a ter rendemento”. El estudiante de segundo curso explica que hay tradición vitivinícola en su casa y que por eso eligió formarse en este campo: “as veces, a teoría faiseme pesada pero a parte práctica gústame moito. O ano pasado fumos a Sober e podamos unha finca de unha hectárea, agora en enero voltaremos. É unha experiencia divertida e sempre se aprende”, apunta el que es ya un futuro emprendedor de O Ribeiro. Como tal se despide cuando se le pregunta por sus planes una vez haya acabado el curso: “Gustaríame mirar para montar unha bodega e sacar un viño”.
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