Dietas y vino, ¿sí o no?

Aprovechamos el mes de los grandes propósitos para preguntar a expertos en nutrición por el papel que juega nuestra bebida favorita en la línea y la salud. Dicen que no hay por qué renunciar a ella pero, eso sí, apuestan por un consumo moderado

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Mes de grandes propósitos, enero. Entre los más socorridos, el gimnasio o las dietas. Un fenómeno típico de las primeras semanas del año del que probablemente tampoco se escapen los amantes del vino. Así las cosas una de las grandes preguntas que surge a muchos  estos días es “¿debo eliminar mi bebida favorita del menú?”

No necesariamente, según Maika López, directora del Centro de Nutrición Multidisciplinar de Vigo NutriSalud, quien cree que, aunque a dieta, los consumidores habituales de vino sí “pueden salir a comer o a cenar el fin de semana con su familia o sus amigos y elegir un plato equilibrado de comida acompañado por una copa de vino”.

Esto es así, argumenta, “porque para que una persona baje de peso es fundamental que aprenda a comer mejor de forma progresiva y que no se sienta a dieta”.  “Ahí es donde podemos incluir el vino ocasional”, explica esta nutricionista sobre “uno de los tipos de bebida alcohólica que menos engordan”.

Lo suscribe Antonio Rodríguez Núñez, profesor de Nutrición de la USC, quien explica que, aunque el vino engorda, “al final lo único que no lo hace es el aire”, sí se sitúa, al lado de la sidra, entre los dos líquidos con grado alcohólico “que aportan un número menor de calorías”.

“Cada gramo de alcohol aporta siete calorías por lo que no, el vino no adelgaza, otra cosa bien distinta es sea una de las bebidas alcohólicas, junto a la sidra, que menos engordan, mucho menos que un whisky o un gin tonic, si se toma la misma cantidad de uno y de otro”, apunta el experto.

Núñez sostiene que, además, el vino está relacionado con un “aumento de la longevidad en la mayor parte de los estudios de investigación existentes” y menciona, en este sentido, la famosa paradoja francesa.¿Si en Francia comen más grasas saturadas que ingleses y americanos, ¿por qué sufren entonces menos enfermedades cardiovasculares? La diferencia, parece coincidir la bibliografía actual, reside en el consumo de vino tinto por parte de los galos.

Una línea en la que el nutricionista afirma que existe una asociación estadística positiva entre el consumo de vino y la reducción de la tasa de mortalidad, siempre y cuando el consumo sea moderado -una copa de vino al día-. “La menor mortalidad se asocia con el consumo de una pequeña cantidad de vino mientras que los abstemios así como los que consumen grandes cantidades de vino mueren más al cabo de X años”, explica.

En palabras del experto, lo ideal, en cualquier caso, es llevar una vida de hábitos saludables, seguir la llamada dieta mediterránea, con pescado, verduras, frutas, frutos secos… y,  dice, “si se hace esto así, pues sí, los estudios indican que podemos tomarnos una copita de vino al día”. “Pero solo una al día”, recalca.

De los efectos positivos del vino en la salud da cuenta también Maika López, quien, al ser preguntada por estos, resalta la capacidad antioxidante de los flavonoides, un compuesto polifenólico de la uva que se encuentra principalmente en la piel y en las pepitas del fruto.

¿TINTO O BLANCO?

“El efecto más positivo del vino en la salud se ha relacionado con su capacidad antioxidante” apunta López para pasar a profundizar: “La oxidación celular se suele iniciar por una cierta acumulación de sustancias oxidantes en el interior de nuestro organismo. Si estas moléculas no son rápidamente neutralizadas por la acción de enzimas intracelulares, se produce el inicio de un proceso de auto-oxidación  que lleva a la célula al envejecimiento y a su muerte”.

Algo que, por otro lado, da lugar a diferencias entre los tipos de vino.“La concentración de polifenoles de la uva es baja en la pulpa. Esto explica por qué el vino blanco, que no se hace con la semilla ni la piel, presenta bajos estos niveles. En este sentido, el más rico en estas sustancias es el vino tinto”, desarrolla López.

Sendos expertos coinciden, en cualquier caso, al advertir que el consumo de vino ha de ser siempre moderado. Antonio Rodríguez Núñez es especialmente claro en este sentido: “Aunque tomar una copa de vino es mejor que no tomar nada es mejor no tomar nada que tomar cuatro copas de vino”.

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