Bodegas Eidosela está este 2018 de doble enhorabuena: No solo cumple 10 años de existencia, sino que lo celebra, además, con récord en sus cifras de exportación. Hasta 275.000 botellas vendió la cooperativa de O Condado el pasado 2017 fuera de nuestras fronteras, lo que supone más de la mitad de su producción total. Datos que nadie hubiese imaginado hace tan solo una década, cuando los hoy socios de Bodegas Eidosela decidieron fundarla para no regalar su materia prima tras la caída del precio de la uva en la zona.
Ahora y tras años de esfuerzo y trabajo en equipo desde la sencillez, las referencias de Eidosela se posicionan en el mercado por su gran relación calidad-precio y están presentes ya en un total de 20 países, contando con los gigantes americano o inglés entre sus principales compradores pero haciéndose un hueco también en otros lugares como Turquía o, incluso, Las Bermudas. Presume, además, de haber vendido sus vinos en la clase Business de prestigiosas aerolíneas como Air Canadá o British Airways.
Por si todo esto fuese poco y entre otras curiosidades, su vino ha sido también elegido para elaborar la marca propia de albariño de la cadena estadounidense Whole Foods y, del mismo modo, ha participado hasta en tres ocasiones en la Fiesta del Vino Español de Biedronka, la cadena de supermercados más importante de Polonia. Un éxito que, como ya se ha dicho, esconde detrás a todo un equipo liderado por Lázaro Gándara, presidente de Eidosela, y que funciona como una auténtica familia, según asegura este mismo.
Entre sus miembros se encuentra Miguel Posada, director de exportación. A él le hemos preguntado por la clave del sector vitivinícola en este tipo de ventas y él nos ha dado no una, sino hasta cinco pistas para aumentar las transacciones fuera del país. En primer lugar, «por supuesto», ha dicho, «es necesaria una inversión inicial»: «Aunque ahora existen muchas ayudas a nivel europeo, hay que tener una capacidad financiera previa para poder asumir, entre otros gastos, el personal cualificado, el envío de muestras a importadores o la asistencia ferias».
Esta última es, precisamente, también una de las claves a tener en cuenta a la hora de exportar. «Es necesario acudir a eventos», apunta el experto: «Desde ferias más grandes a más pequeñas, pasando por las misiones inversas o los meetings B2B»; las más caras, admite Posada con respecto a estas últimas, pero también sus favoritas porque, dice, «ofrecen la oportunidad de trabajar con alguien que ha expresado ya un cierto interés, sino en tu producto, sí en otros similares al tuyo».
Además de ello, importan también la diferenciación y la flexibilidad. «Hay que tener un argumentario de venta preparado», explica Posada, que se transmita desde la bodega hasta el consumidor final y que la posicione frente a los demás competidores del mercado. «Una filosofía, si se quiere» que, desarrolla Posada, «va desde el producto mismo hasta la historia que tiene detrás, pasando por su presentación o precio» y algo que, por cierto, «no ha de ser incompatible con la flexibilidad».
Según este profesional de las ventas, uno debe saber adaptarse a las demandas del mercado receptor: Ofrecer, por ejemplo, cajas de 12 botellas en lugar de 6, cambiar el tipo de cierre de la botella, elaborar contraetiquetas personalizadas? E, incluso, llegar a adaptar ciertos parámetros del vino al gusto del mercado. Hay un límite para todo ello, claro, y ese no es otro que «no perder nunca tu identidad», según asegura Posada para pasar a concluir que uno también «ha de armarse de paciencia» porque, opina, «aunque un buen producto va a encontrar siempre su sitio en el mercado, eso puede llevar un mes o un año». «Este es un contexto en el que los plazos son difíciles de medir», advierte, «por lo que hay que ser constante, insistir y no tirar la toalla».
En Eidosela, ya lo ven, no la han tirado. Quizás por ello destaquen, «poco a poco pero cada día más», en los mercados con una oferta diversa tanto en su elaboración como en su origen. Las referencias de Eidosela aúnan lo mejor de las uvas de los nueve municipios que componen O Condado de Tea -desde albariños jóvenes hasta espumosos rosados, pasando por el plurivarietal típico de la zona-. Todos ellos concebidos por el prestigioso enólogo Jorge Hervella desde la plena convicción de que la elaboración del vino es un arte.