Las obras literarias de la Grecia y Roma antiguas situaban el origen del vino en la prehistoria y rodeaban su nacimiento de multitud de leyendas. Descartado ese origen fabuloso del vino, podemos suponer que el primer vino surgió a partir de una fermentación accidental de uvas de vides silvestre, recolectados por algún nómada, el cual probó el caldo obtenido quedando fascinado. El éxito de este zumo fermentado, provocó que, con la llegada del sedentarismo, el hombre empezase a cultivar vides para asegurarse la disponibilidad de frutos para producir vino.
Evidencias científicas nos permiten asegurar que esto ocurrió alrededor del año 6.000 a.C. en la región transcaucásica. Concretamente, el hallazgo más antiguo de la producción y consumo de vino, son los restos encontrados en una vasija datada en el año 5400 a. C., hallada en el poblado neolítico de Hajji Firuz Tepe, en los montes Zagros (actuales Irán e Irak) que contiene un residuo rojizo, que los análisis posteriores consideran restos de vino; también se han recogido numerosas evidencias arqueológicas en Turkmenistán, Uzbekistán y Tayikistán datadas desde el neolítico hasta comienzos de la época de bronce.
Es sabido que en toda esta región,el clima y relieve son particularmente propicios para el cultivo de la vid, y que ésta crecía antaño en estado silvestre. Recientemente, se ha encontrado en Georgia lo que podrían ser los restos de la bodega más antigua conocida, con vasijas datadas en el año 8000 a. C., si bien este hallazgo aún no ha sido científicamente confirmado. Incluso hay quien sostiene la existencia de dataciones anteriores en Ohalo II (cerca del mar de Galilea) que señalan hacia el 20.000 a.C.; sin embargo ninguna de ellas está confirmada.
Los arqueólogos también han encontrado indicios que fijan el origen de los primeros cultivos de la vid, realizado por el hombre, en Súmer, en las fértiles tierras regadas por los ríos Tigris y Éufrates en el Próximo Oriente, en la antigua Mesopotamia. Con el paso de los años, y con la llegada del comercio y la apertura de rutas comerciales, el consumo y producción del vino se extendió hacia occidente, llegando a Anatolia y Grecia; y hacia el sur, llegando hasta Egipto sobre el año 3.000 a.C., donde las orillas del Nilo fueron tierras de cultivo de la vid y en torno a estas plantas se desarrolló toda una actividad laboral e industrial arqueológicamente documentada, que rivalizaría con la cerveza que ya se elaboraba en el Antiguo Egipto por aquel entonces.
Los egipcios elaboraban el vino en grandes vasijas de barro, y producían vino tinto, el cual se convirtió en símbolo del estatus social y era empleado en ritos religiosos y festividades paganas. Gran número de faraones fueron enterrados con vasijas de barro que contenían vino y en las pirámides se han encontrado grabados y mosaicos que representan el cultivo de la vid, la recolección, elaboración y disfrute del vino en fiestas y actos religiosos. Ya en esta época el vino se guardaba en ánforas durante varios años, teniendo más valor el vino viejo que el nuevo y los alfareros grababan en las ánforas destinadas a la guarda del vino quién había cultivado las uvas, la fecha de elaboración y la calidad del mosto.
Por tanto, aunque existen indicios de que el cultivo de la vid (al principio salvaje) y la elaboración de bebidas a partir de uvas silvestres ya se realizaban en torno a los años 6.000 y 5.000 a.C., no es hasta la Edad de Bronce (3.500 a.C.) cuando se estima que se empezó a producir vino de forma intencionada, siendo en esta época cuando se produjo el verdadero nacimiento del vino. Desde Egipto, siguiendo su proceso expansivo, el vino llega hasta la Grecia clásica sobre el 700 a.C. Los griegos tomaban el vino aguado, lo empleaban en ritos religiosos, funerarios y festejos, y asignado al vino una divinidad: el dios Dionisos, que aparece siempre representado con una copa de vino en la mano.
Los griegos mejoraron enormemente las técnicas de producción y conservación; crearon recipientes de diferentes tamaños para el almacenamiento y servicio del vino: ánforas de gran tamaño, que se sellaban con resina de pino; cráteras de tamaño medio; y pequeños aoinojé y ritones, preludio de las actuales botellas. Elaboraban vinos con particularidades propias de las diferentes regiones de Grecia, como Rodas, Icaria, Quíos, Lesbos, Eritrea, Naxos, Taasos, Corinto o Mende, adquiriendo especial relevancia los vinos de Creta y Chipre, así como el vino conocido como frigio, de un color rojo intenso.
Incluso existen documentos que demuestran que importaban vinos procedentes de países exóticos, como Líbano o Palestina, muy apreciados por su suavidad y graduación, el vino ligero del valle del Sharón, y el vino etíope, estos últimos ya desaparecidos, generalmente destinados a las mesas de las clases nobles. Para finalizar nuestro repaso a la historia del vino en el mundo antiguo, la elaboración de vino se introduce en Italia en el 200 a.C. Los romanos adoptan al dios griego Dionisos cambiándole el nombre por Baco.
Los romanos continuaron con los avances “tecnológicos” en el cultivo de la vid y elaboración del vino, y comienzan a experimentar con los injertos de vides. En su obra “Naturalis Historiae”, Plinio el Viejo dedica un libro entero a las diferentes variedades de uva existentes en la época, y al más de medio centenar de distintos vinos que ya se elaboraban. También son los romanos quienes abandonan la cerámica y comienzan a utilizar cubas de madera para transportar el vino, según se recoge en las crónicas de Julio César sobre la Guerra de las Galias.
Los romanos celebraban cada año la fiesta de la vendimia. Mezclaban el primer mosto con miel y obtenían lo que se conocía como mulsum, apreciada bebida que se servía al comienzo de los banquetes importantes. También en época de los romanos aparece la figura del vinatero (antecesor del enólogo moderno), quien añadía al vino sustancias para blanquearlos mediante procesos de clarificación, dado que los vinos blancos eran los más apreciados, realizaba maceraciones con hierbas para proporcionarles aromas o guardaba parte de la cosecha en ánforas durante 15 o 25 años para que el vino madurase.
La elaboración y comercio del vino se convierte en una importante actividad económica, incluso se importan vinos traídos de Grecia y de oriente próximo. Desde Italia, los romanos extendieron el cultivo de la vid hacia la Galia y desde ahí, los visigodos heredaron la tradición romana del cultivo de la vid y elaboración del vino. Una tercera parte de la vieja Europa se siembra de vides y se empieza a producir vino en Alemania, Francia, Italia y España.