Galicia, dispuesta a acabar con el «yo de eso no entiendo»

Tres enólogos de la comunidad analizan, desde sus propias experiencias, las claves a la hora de atraer a los jóvenes al mundo del vino

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Preocupa a nivel nacional la caída del consumo de vino entre los jóvenes españoles frente a otro tipo de bebidas alcohólicas. «De prolongarse, supondrá, de hecho, una de las mayores amenazas para el sector en el futuro». Así lo advierte un grupo de investigadores de EAE Business School, quienes se han convertido en los últimos en poner de relieve esta problemática tendencia. Según uno de sus informes sobre las perspectivas del vitivinícola del país, elaborado con datos del año 2017, las personas de edades situadas entre los 18 y los 34 años representan tan solo el 26% del consumo del vino en España.

También las voces autonómicas apuntan a los jóvenes como uno de los grandes retos de la industria ¿Por qué? «Porque son el futuro», responde la enóloga Cristina Mantilla remarcando así la importancia del relevo generacional en el consumo para la sostenibilidad del sector y quien cree que es posible incorporar a nuevos consumidores a través de la elaboración.

«Con tus variedades y tus técnicas puedes hacer distintos tipos de vino, que, a su vez, se adapten a distintos tipos de cliente: ¿Por qué no un poco más dulce, un poco más fresco, menos complicado, más fácil de beber? No significa que hagas malos vinos, sino que elaboras para un perfil que no necesita, por ejemplo, un cuerpo potentisimo», apunta en este sentido.

Así es. Galicia no solo se preocupa, también se ocupa. En palabras de la enóloga, algunas bodegas de la comunidad, empiezan ya, aunque «tímidamente», a cambiar sus metodologías de trabajo para sumarse a las tendencias que llegan del Nuevo Mundo. «Antes, los enólogos buscábamos el vino que más nos gustaba a nosotros mismos, ahora empieza a pensarse en el público al que va dirigida una referencia», asegura en relación a la diversificación de los portfolios de algunas bodegas gallegas y puntualiza: «El enfoque se está moviendo a otro tipo de públicos, con vinos más fáciles, no tan secos como marca la tendencia habitual. Los rosados o, incluso, los frizzantes son tendencias que ya están también en la calle».

«Probablemente, la cooperativa de Cambados Martín Códax sea una de las grandes pioneras de la comunidad en este contexto. Su enóloga Katia Álvarez explica a Galicia en Vinos cómo Marieta, uno de los todavía muy pocos semisecos – vinos en los que la fermentación se detiene antes de que la totalidad de los azúcares de la uva se hayan transformado en alcohol- que se elaboran en Rías Baixas, «surgió con la idea clara de llegar a un nuevo tipo de consumidor». «De hecho, nada del producto, desde dentro y hasta el exterior, el packaging, la etiqueta, el cierre con tapón de rosca…Fue casualidad», asegura y apuntilla: «Se hizo a conciencia.»

Partiendo de estudios procedentes de Estados Unidos o Australia sobre las tendencias del mercado a nivel global, Álvarez y su equipo empezaron un largo proceso de ensayo y error, trabajando con los niveles de azúcar del vino: «Yo me acuerdo de que, en ese momento, se probaron desde 5 gramos hasta 30 o 40». El resultado fue Marieta, un semiseco con una concentración de azúcar de en torno a 12, 14 gramos, un vino «más asequible».»La clave está así en el equilibrio», según explica Álvarez. «Hacer vinos más agradables, con un equilibrio más fácil para llegar a nuevos consumidores».

Características que, por cierto, no solo abren la puerta a perfiles diferentes, sino también a nuevos momentos de consumo: «Para tomarme un vino por copa, con tranquilidad, relajada pues, a lo mejor, prefiero algo más fácil de entender, más liviano», desarrolla Álvarez y pasa a señalar los buenos resultados de Marieta en zonas como Centroamérica. «Se adapta muy bien a las pautas de consumo que ellos tienen estipuladas: Van a la playa con la nevera con hielos y las botellas de Marieta y se toman las copas al sol y no tienen ni que llevar el sacacorchos».

Otro de los enólogos emblemáticos de la comunidad y que acaba de sacar al mercado un semiseco, La Trucha Golosa, es Pablo Estévez. Explica que se trata de un vino ligero, aromático, que surgió tras probar un mosto en bodega, y pensado para personas que se inician en el vino. Dice que no fue fácil elaborarlo al tener que encajar su idea de producto inicial dentro de la legislación actual. «En algunos casos», opina, «esta puede ser bastante restrictiva».

Estévez firma, además, una de las últimas incorporaciones al vinícola gallego, las elaboraciones de Adegas Terrae, en cuyo diseño de imagen, nos cuenta, los jóvenes han estado muy presentes. Para él, en efecto, la comunicación es decisiva en este campo. «Debe de ser más sencilla: No podemos hacer pensar a la gente que tiene que hacer un máster para poder tomarse un vino». «Hay mucho que hacer aquí», insiste y ejemplifica: «A veces, para vender, utilizamos términos? lo complicamos tanto? Me pasa mucho que, cuando ofrezco un vino, lo primero que me dicen es: «Buff pero es que yo no sé, si yo de eso no entiendo» ¡Ni que hubiese que entender para tomar un vino!»

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