Algunos viñedos de la comunidad, como los de albariño en Rías Baixas, ya están en fase de brotación mientras que otros, por ejemplo, en Valdeorras, continúan esperando la apertura de sus yemas. En líneas generales, se observa un retraso generalizado en el inicio del ciclo de la vid en Galicia con respecto al año pasado, en el que el mes de marzo se caracterizó por altas temperaturas. Un hecho que, consideran desde la Estación de Viticultura y Enología de Galicia (Evega), lejos de ser negativo para la cosecha 2018, puede incluso acarrear beneficios si bien, matizan, es muy pronto para hacer previsiones e, insisten, todo dependerá de lo que suceda de aquí en adelante.
Tras el reposo invernal y con la subida de las temperaturas, la vid entra en período de brotación, la fase que marca el inicio del ciclo vegetativo. Es en este punto donde la planta retoma su actividad fisiológica: Las yemas empiezan a hincharse y aparece una especie de borra blanca, lo que se conoce como fase de algodón, para continuar evolucionando al estado de punta verde. Explica María J. Graña, tecnóloga de la Evega, que “se considera que una cepa está en fase de brotación cuando el 50% de sus yemas han alcanzado este estado y que, es a partir de la aparición de las primeras hojas incipientes, cuando se puede afirmar que dicho período ha finalizado”.
Así, asegura Graña, “son múltiples los factores que marcarán las fechas de inicio de esta fase”. Entre los más importantes: “El tipo de variedad, el vigor de las cepas o condiciones climáticas como las temperaturas”. Se ha probado que estas última guardan, de hecho, una relación inversamente proporcional con el inicio de brotación: Las bajas retrasarían el inicio del ciclo mientras que, las altas, lo adelantarían. De ahí, desarrolla la tecnóloga, “las diferencias que encontramos en el inicio de la brotación en esta cosecha con respecto a la del año pasado”. Cabe recordar que, frente a las lluvias y bajas temperaturas de este marzo en Galicia, el tercer mes de 2017 fue inusualmente caluroso.
Así, por ejemplo, explica María J. Graña desde la estación de Ribadumia de la Evega, “se observa en Rías Baixas un retraso de en torno a 10 días con respecto al año pasado y de 7 si lo comparamos con la media de los últimos quince”. Lo mismo ocurre en O Ribeiro, desde donde Susana Gulín Martínez, técnico de Viticultura de Viña Costeira, estima una diferencia de más 10 días en relación al 2017. En las parcelas de esta cooperativa, nos cuenta, “puede verse como las yemas ya están hinchadas y a punto de reventar, pudiéndose observar, además, las primeras hojas incipientes en algunas plantas”.
Mientras tanto, “la variedad reina de Rías Baixas”, nos cuenta Graña, “ya está en plena fase de brotación, si bien otras, como el espadeiro, el sousón, y el caiño blanco o el caiño tinto, se encuentran todavía en el inicio del proceso”. Todo depende, en cualquier caso, de la zona a la que se preste atención. Lo señala el director de Viticultura de Paco&Lola, donde ya “están atentos” ante el despertar de la vid: “En las zonas más cercanas al mar, empiezan a verse los primeros brotes y hojas verdes pero, en las más interiores, todavía habrá que esperar en torno a una semana”, asegura.
También habrá que hacer lo propio en Valdeorras, donde, aunque algunas yemas han alcanzado ya la fase de algodón, las plantas, por lo general, están todavía dormidas. Lo cuenta Jorge Mazaira, director técnico del C.R.D.O, quien considera “normal” el actual estado de la vid para estas fechas y no así el del año pasado.“En 2017, la vendimia se hizo a finales de agosto y eso no es lo normal” ha ejemplificado en este sentido para pasar a calificar de positivo el hecho de que la vid continúe dormida a día de hoy en Valdeorras.
“Si hubiésemos tenido, como el año pasado, las altas temperaturas de marzo, y luego hubiese llegado el frío de estos días: Cuidadito”, explica Mazaira. En efecto, coincide María J. Graña, “el retraso en la brotación ha llevado a que los viñedos gallegos pasen sin incidencias la fase crítica de heladas”, si bien, puntualiza, “ello no elimina el riesgo de heladas tardías”. Aún con todo, una primera buena noticia que deja el retraso en el despertar del ciclo vegetativo para la cosecha que ahora empieza. No es la única.
AÑO DE NIEVES, AÑO DE BIENES
Una vez más en palabras de Graña, “se ha demostrado que, cuanto mayor es la acumulación de horas de frío en la cepa, mayor es el número de inflorescencias que se encuentran en la misma”. Algo que resume, de forma más coloquial, Diego García de Paco&Lola, al ser preguntado por si puede saberse algo ya sobre cómo será la cosecha de este año: “Ahora mismo, todavía es muy pronto para hacer previsiones pero esperemos que se cumpla el refrán… Año de nieves, año de bienes”, ha apuntado.
En efecto, la investigadora es clara al respecto. “En estos momentos, hacer una previsión de cosecha sería muy arriesgado porque las condiciones climáticas durante el ciclo de cultivo van a condicionar de forma muy importante el rendimiento final que vamos a obtener”, ha explicado. “Ahora”, ha dicho, “y en cuanto el tiempo lo permita, es el momento de rematar aquellas operaciones que la lluvia ha obligado a posponer como es el caso del atado de varas —cuando las yemas crecen, se incrementa el riesgo de roturas durante ese proceso—-, los procesos de abonado o las operaciones de laboreo de las calles de cultivo”.
ES EL MOMENTO DE SALIR Y OBSERVAR
Del mismo modo, hay que tener en cuenta que las intensas y continuadas lluvias de estos meses pueden haber provocado un lavado y/o pérdida de nutrientes del viñedo por lo que la experta recomienda estar atentos a los niveles de estos componentes en el suelo y, en el caso de ser necesario, esperar a que este filtre para pasar a incorporar abonos a la parcela afectada. Otra de las cosas a las que hay que prestar atención estos días es a plagas que, aunque no sean muy comunes, pueden afectar a las yemas en estado de brotación, y del mismo modo, a los caracoles, quienes también pueden comerse parte de las yemas. En definitiva, resume, “estos días hay que salir al campo y observar”.
Por lo demás, desde Valdeorras, Mazaira opina que “la lluvia parece haber garantizado un cierto nivel de reservas hidráulicas que vuelven improbable la sequía” y, del mismo modo, informa de que, “en las cepas afectadas por las heladas del año pasado, se observa, con algunas excepciones, un buen retroceso de la savia”. También en Viña Costeira son optimistas a este respecto: “Estamos teniendo una climatología primaveral óptima y el nivel de recuperación de las viñas puede ser positivo”, apunta Gulín Martínez si bien reconoce que “aún es pronto para hablar de niveles de producción ya que la sequía, el granizo y las heladas de la campaña anterior, han debilitado notablemente algunas plantas”. El nuevo ciclo parece llegar con buenas noticias. Toca esperar ahora para saber más.