M.B. – Vigo
“Si las bombillas incandescentes iluminaron el siglo XX, las lámparas LED iluminarán el siglo XXI”. No tuvo dudas al respecto la Real Academia Sueca de las Ciencias cuando en 2014 otorgó el Nobel de Física a los profesores Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura, inventores en los 90 de las luces azules LED (Light Emitting Diode): toda una revolución en las tecnologías de la iluminación, mucho más eficiente, duradera, amigable con el medio… pero: ¿por qué?, ¿cuál es la diferencia crucial? El caso es que mientras que en las lámparas convencionales la corriente es utilizada para calentar un material que a su vez se ilumina con el aumento de la temperatura; en las LED, la electricidad se convierte directamente en luz, con el consecuente ahorro de energía.
Una apuesta más que atractiva para todos los sectores, también el del vitivinícola: “El tránsito de la luz convencional a las LED es algo que se está generalizando por sus ventajas tanto desde el punto de vista medioambiental como socio-económico”, explica en esta línea Katia Álvarez, directora enológica de Martín Códax, las razones de la inminente apuesta de la bodega de Cambados por esta tecnología para pasar a apuntar las necesidades de conocimiento inevitables ante esta transición: “Lo que queremos saber es cómo podrían llegar a afectarse los vinos por el efecto de esta nueva fuente, que funciona de un modo distinto a las convencionales, y también qué tipos de LED son las más adecuadas para su conservación”.
Eso es lo que trata de responder, precisamente, el proyecto de investigación de I+D RETASTELED, con el que colabora actualmente la cooperativa gallega. Así es, la iniciativa de alcance nacional liderada por Ramón Bilbao con la colaboración de Prilux Iluminación I+D y VITEC (Centro Tecnológico del Vino), propone desarrollar alternativas tecnológicas, sostenibles e innovadoras mediante la sustitución de lámparas convencionales de sodio por luces con tecnología LED en bodegas y lineales de venta. Parte de la premisa de que la aplicación de estas tecnologías podrían servir, además, como un aliado frente al fenómeno conocido como ‘gusto de luz’ e investiga de qué modo hacerlo.
“El gusto de luz es una evolución negativa que sufren algunos vinos cuando se someten de forma prolongada a luz convencional, un deterioro fotoquímico que afecta especialmente a los blancos, rosados y espumosos y por el que pueden perder parte de su intensidad aromática o color aunque sus efectos no suelen ser apreciables por el consumidor final”, responde Álvarez sobre un fenómeno que, en cualquier caso, sí podría llegar a generar olores desagradables –col, cebolla, lana mojada y ajo– en los vinos y que afecta especialmente a aquellas elaboraciones conservadas en botellas transparentes.
Así y para evitarlo, el proyecto RETASTELED se encuentra ya trabajando en el desarrollo de nuevas fuentes de luz basadas en la tecnología LED para su aplicación en la industria vitivinícola. Se pretende que estas nuevas luces no emitan en las longitudes de onda críticas para la reducción de la riboflavina, (entre 370 o 442 nm) o, dicho de otro modo, evitar la molécula vulgarmente conocida como Vitamina B2, precursora y responsable del ‘gusto de luz’. “La sustitución de las actuales fuentes de luz por una iluminación que garantice la calidad de los vinos y la sostenibilidad supone todo un reto tecnológico actual”, valoran desde el proyecto, que ha empezado ya con los primeros ensayos y análisis y que prevé poder exponer sus primeras conclusiones a finales del año 2021. Habrá que esperar para saber más.