Las cofradías del vino en Galicia

Ellos son los que llevan nuestros vinos y su cultura “allá donde vayan”,  los que cuentan con orgullo su historia.

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Antes de que las agencias de marketing, las redes sociales o, incluso la publicidad televisiva, hiciesen su aparición en el mundo del vino, algunos de ellos ya estaban ahí para contar lo que había que contar, que no era otra cosa que en Galicia había, y hay, muy buenos vinos. Con su botella bajo el brazo y allá donde estuviesen, transmitían los aromas y el sabor; el recuerdo; “de una tierra difícil”, confiando en el poder del “boca a boca”, que no parecía ser entonces, ni tampoco hoy, una mala forma de darse a conocer.

Los hay de todas las edades y sexos; viticultores, bodegueros, enólogos, economistas, escritores, políticos y artistas… Para todos los gustos. Son los cofrades de los vinos de Galicia, los que han jurado deferenderlos desde cualquiera que sea el punto del planeta en el que estén. La promesa que hicieron se nota, y no poco, cuando se habla con algunos de ellos por teléfono, da la impresión de que podrían estar horas contando la historia del vino al que prometieron defender.

No en vano, responde Suso Paz, presidente de la Cofradía dos Viños de Rías Baixas, la confraternidad es la característica indispensable del cofrade, “una persona capaz de interactuar con las personas, de conectar, con buen carácter, con don de gentes”. Porque, al fin y al cabo, una cofradía es, resume Antonio Alén, Gran Mestre de la Cofradía dos Viños do Condado de Tea e Espumosos, precisamente eso: “promoción, promoción y promoción”.

Para ello, nuestros cofrades se hermanan con otros y viajan así por España y Europa, asistiendo a los actos oficiales, más conocidos como Capítulos, de decenas de estas asociaciones enogastronómicas. Lo hacen, en una gran mayoría de ocasiones, a costa de sus bolsillos, costeando sus propios gastos pero, dice Alén, con una “ilusión tremenda porque creen en sus vinos” y porque crean, según opina Suso Paz, un “turismo de calidad y desestacionalizador” en la comunidad. Así, en una copa y una vez al año, mezclan su vino con el de otro en lo que es “un acto simbólico”, de hermanamiento.

El proceso lo explica Pedro Piñeiro, secretario canciller del famoso Capítulo Serenísimo del Albariño, el cual se ha hermanado ya con Ribera del Duero, La Rioja o Los Vinos de Cangas de Narcea, entre otros muchos. La cofradía cambadesa, esa que nació de la mano de Cunqueiro, Cabanillas o Fole en 1969 y por cuyas filas han pasado personalidades tan dispares como Camilo José Cela, Charles de Gaulle o Julio Iglesias, organiza su capítulo el día grande de la Fiesta del Albariño de Cambados y es la más antigua de todas las gallegas.

Le sigue, en el tiempo, la Irmandade dos Vinhos Galegos, la única que promociona a todas las D.O. e I.G.P. de Galicia y que cumple ya 27 años celebrando cuatro capítulos al año, haciéndolos coincidir con los equinoccios y solsticios. Su presidente, Nemesio Barxa, repite la palabra “amigo” hasta en cuatro ocasiones al describir la labor de un cofrade y da buena cuenta de en qué consiste la misma: “Nosotros decimos que tenemos los mejores vinos del mundo y en el exterior están de acuerdo”, sentencia.

Esa misma pasión por el producto defendido se siente en la Cofradía dos  Viños do Condado de Tea e Espumosos: con 102 cofrades y nacida en 1997, cuenta con dos días grandes, que coinciden con la Festa do Viño do Condado de Tea y la del Espumoso, ambas celebradas en Salvaterra do Miño.

También en las cofradías de los Viños de Monterrei; nacida en 2013, cuenta con 36 cofrades y celebra su gran día en la Feria do viño de Monterrei; y en la de los Amigos de la Ribeira Sacra; 2008, 80 cofrades y un capítulo bianual; es palpable la confianza en el vino: “Nuestros vinos, amables, satisfactorios, nos ponen fácil la labor de promocionarlos”, dice Manuel Rajo, presidente de esta última.

Finalmente, la Cofradía do Viño de Rías Baixas, cuya trayectoria alcanza los 13 años y 60 cofrades, celebra su capítulo durante el Combate Naval de Vilagarcía de Arousa, donde este espectáculo se muestra a los cofrades de otros puntos geográficos gracias a un crucero.  Su presidente, Suso Paz, recita de memoria, al otro lado del teléfono, un poema dedicado al albariño escrito por él mismo:

“Todo empeza cando un día vai chegar//na primaveira, con recendo peculiar// e os labores podados escomenzan a brotar// logo amosan erguidos //con un verde galeguiño// que,  paseniñamente, han facer un bo viño.// Máis tarde, redondiñas e miudas,//con promesas de sabor// pasan de verde, as uvas, a douradas coa calor// e un bo día de setembro, sae o sol, o mencer.// Quentando as Rías Baixas//chegan as vendimadoras con tesoiras e caixas//, a noitiña escoitase caer o mosto// que logo ha de fermentar// e ata que faga bo viño, soamente queda esperar//. Desa fermentación, nace un líquido dourado,// nace o sabroso viño//e, con aroma afroitado, nace o albariño//  pallizos e limonados fan a sua cor especial// tonos amarelos verdosos que chispean no cristal// e, nunha copa aguzadiña, un pouco de viño, por fin// en canto ó sinto por dentro, renace a terra en min.// Deixa unha sensación aterciopelada// de un lado a outro da boca// deixa unha fina agulla ata que non quede gota// Eu sei que algúns solo queren catalo// outros degustano a xeito// e hai quen rega o seu sangue ata que o mete no leito.// Véxoo e digo:// fino é, tamen é elegante, vai indo polo mundo con pé firme e lixeiro// por eso xa ten as suas festas e é famoso este viño,// pois ten a festa da vendima// e ten a festa do albariño”.

Antes de colgar, y como no podía ser de otro modo, Paz, y también los demás, nos “invitan a todos” a probar sus vinos, a visitar su tierra, a asistir a sus actos…