Las nuevas oportunidades del Ribeiro

La marca Ribeiro tiene un desafío por delante después de que dos grupos potentes de fuera de Galicia como Pago de Carraovejas y Matarromera comprasen dos bodegas de la Denominación de Origen para elaborar vinos blancos. “El Ribeiro se conocerá donde aún no se conoce”, apuntan desde el Consello Regulador y señalan que las inversiones abrirán un ciclo de “nuevas oportunidades” para los caldos pero también para los viticultores de la zona.

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*Foto: Copas de blanco durante la Feria del Vino de O Ribeiro. //Frv

La marca Ribeiro tiene un desafío por delante después de que dos grupos potentes de fuera de Galicia como Pago de Carraovejas y Matarromera comprasen dos bodegas de la Denominación de Origen para elaborar vinos blancos. “El Ribeiro se conocerá donde aún no se conoce”, apuntan desde el Consello Regulador y señalan que las inversiones abrirán un ciclo de “nuevas oportunidades” para los caldos pero también para los viticultores de la zona.

Fue en 2002 cuando el director de cine José Luis Cuerda, seducido por los vinos blancos, consiguió después de mucho insistir comprar una bodega en la denominación de origen más antigua de Galicia, la del Ribeiro. Fue como poner una pica en Flandes, como conquistar la cima del Everest. Casi veinte años después, dos prestigiosas firmas lo han vuelto a conseguir. Pago de Carraovejas, de la Ribera del Duero, y Bodegas Familiares Matarromera, presidida de Carlos Moro, anunciaron a principios de este verano la compra de tres bodegas ubicadas en el corazón del Ribeiro. Durante estos tres lustros los productores foráneos siempre encontraron resistencia cuando querían comprar viñedos en la zona.

Tiene su explicación: la fragmentada estructura productiva de la DO Ribeiro, en la que abundan los proyectos familiares y son raras las propiedades grandes, unido al carácter de sus gentes, con gran apego a las viñas heredadas de sus ancestros, dificultan la formación de proyectos de mayor entidad.

Quienes dieron el sí a las operaciones fueron la bodega Meín y Emilio Rojo. La primera ha situado sus blancos entre los mejores nacionales, mientras que el singular bodeguero Emilio Rojo ha conseguido elaborar un distinguido vino blanco (solo produce un caldo) en apenas hectárea y media. La producción, por lo tanto, limitadísima: alrededor de seis mil botellas al año. Por otra parte, en el municipio de Castrelo de Miño, las Bodegas Familiares Matarromera adquirieron Casal de Vide, que produce blancos y tintos.

El presidente del Consello Regulador del Ribeiro, Juan Manuel Casares, aplaude la llegada de las inversiones foráneas. Primero, porque invertir en bodegas de la zona significa un reconocimiento a la “calidad de los vinos”, fruto del trabajo realizado durante estos años y, segundo, porque los vinos de Ribeiro “se conocerán en zonas que todavía no se conocen” gracias a los canales de venta internacionales que manejan bodegas de las dimensiones que acaban de aterrizar en la comarca.

Nuevos mercados esperan a los blancos del Ribeiro si Pago de Carraovejas y Carlos Moro han decidido producirlos, concluye Casares y avanza “nuevas oportunidades” tanto para los vinos como para los viticultores de la zona. El sector especula con que Pago de Carraovejas y Matarromera han conseguido romper el muro (de desconfianza) y llegarán más compras a corto plazo.

Si llegan más inversiones al Ribeiro, las bodegas iniciarán un proceso por el que ya pasó la denominación de origen vecina, la de Valdeorras. Los productores fóraneos llegaron allá por el año 2000 atraídos por las posibilidades de la uva godello. Buscaban un blanco fino y distinguido para incorporar a sus carteras de vinos, de mayor calidad que el producido en sus lugares de origen y con el albariño de las Rías Baixas ya explotado, apostaron por la uva godello en Valdeorras para elaborar vinos delicados, de graduación baja y equilibrada acidez. Los primeros en ver las posibilidades fueron Rafael Palacios y la Compañía de Vinos Telmo Rodríguez. Ellos abrieron el camino a otras sociedades que también supieron ver las cualidades de los caldos de la comarca.

Hoy Valdeorras y el godello viven un momento de auge. La producción de uva no es capaz de satisfacer las demandas del mercado, a pesar de que creció un 15 por ciento el año pasado rozando los cinco millones de kilos de uva, y existen solicitudes para realizar plantaciones que suman 40 hectáreas. Son datos que aporta con orgullo Jorge Mazaira, director técnico de la D.O. Valdeorras. La valoración que hace de todos estos años es muy positiva. Destaca un acierto por parte de los productores recién llegados: mantener el mismo personal que trabajaban en las bodegas, no trajeron gente de fuera. Mazaira vivió el bum del godello, que benefició a los bodegueros pero también a los viticultores, que vieron como se revalorizaba el precio de la uva.

Pío González es un viticultor de Vilella, A Rúa, cuna del godello. Asegura que la uva en los últimos cinco años se ha revalorizado hasta un 60 por ciento. “La uva se está pagando ahora muy cara por ese desequilibrio entre oferta y demanda y los vinos de Valdeorras están ahora en una gama de precios medio alta. El kilo de uva godello se está pagando a 1,5 euros e incluso a 2 euros”, explica.

“Nací debajo de una cepa”, presume Pío, que trabaja las cepas heredadas de su bisabuelo. “Nunca hubo tanta plantación de uva. La demanda del godello aumenta y lo vemos en los mercados, que se quedan sin vinos”, señala. Recuerda que antes del éxito cosechado por el godello, los inversores probaron con uva godello traída de fuera, también lo intentaron con albariño, pero las dos apuestas resultaron fallidas. “Seguir con la tradición y la misma uva autóctona es lo mejor que se puede hacer”, aconseja González. Una observación basada en la experiencia que puede evitar tentaciones que harían más largo el camino.

“El mejor blanco”

El acuerdo entre la bodega Pago de Carraovejas, procedente de la Ribera del Duero, y Emilio Rojo para hacerse con su bodega incluye la incorporación del bodeguero al equipo “para trabajar juntos y lograr el mejor blanco de España”. Un objetivo ambicioso y una noticia más que positiva para el resto de la denominación de origen.

Los blancos de Ribeiro suponen el 90 por ciento de la producción de la denominación. Están elaborados con uva autóctona (Treixadura, Albariño, Godello, Loureira y Torrontés). Se trata de vinos jóvenes, gastronómicos y con un alto potencial de envejecimiento en botella. Emilio Rojo integró en su vino la variedad Lado, uva autóctona aún más minoritaria que el resto y que tardó algunos años en ser incorporada al elenco varietal del Ribeiro.

Viña Mein emplea la viña propia como único aporte de materia prima para la elaboración de dos vinos blancos, uno de elaboración clásica de vino joven, aunque con cierta crianza sobre lías, y un segundo fermentado en madera.

El 80 por ciento de los blancos que se producen en Valdeorras se elaboran con uva godello. Rafael Palacios, en su empeño por elaborar vinos blancos, fue el primero en apostar por Valdeorras y su godello. Sabía lo que hacía. Lleva años recogiendo distinciones. Su bodega ha sido reconocida este año como la mejor de Galicia por la revista Wine Advocate al obtener su vino blanco O Soro una puntuación de 98 puntos en la lista Parker de España. Se trata de un vino exclusivo, elaborado en parcela y beneficiado por la riqueza de los suelos, una de las ventajas de Valdeorras. Además de poder plantar en alturas superiores a los 500 metros, con lo que reducen los efectos del cambio climático, las cepas crecen en terrenos aluviales de cantos rodados, de arcilla, pizarra e incluso suelos graníticos, lo que singulariza los caldos frente a otros blancos.

*Periodista

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