Galicia se perfila como un destino enoturístico ya reconocido por expertos de talla internacional. La calidad de sus vinos, la belleza de sus paisajes, su buena gastronomía o sus habitantes, reconocidos como grandes anfitriones, son algunos de los motivos que la convierten en un lugar atractivo para el viajero del vino. Más allá de todo ello, opinan muchos de los que la conocen, Galicia destaca, además, por su diversidad y es que, a pesar de ser un territorio relativamente pequeño, es tanto lo que hay que ver en ella y, a veces, tan diferente, que, con frecuencia, no basta una única visita para conocerla. Muy al contrario, y en lo que respecta al vino, Galicia ofrece nada menos que nueve sellos de calidad a quienes la visitan.
Este domingo, en plenas vacaciones de Semana Santa, aprovechamos para recorrer algunos de los atractivos gallegos a través de las particularidades de cada una de sus cinco D.O., cuyas bodegas y vinos sorprenden, cada día más, a profesionales de la enología y la comunicación de todos los puntos del planeta. Caminaremos así por algunas de las mejores playas del mundo de la mano de Rías Baixas, con una copa de ese albariño que, hoy en día, famoso por su atlanticidad y reconocido como uno de los mejores blancos del mundo, marida con música, arte, gastronomía y hasta deporte, sin olvidar el descanso y la tranquilidad de sus balnearios y pueblos marineros.
Pasaremos después a la historia de la D.O. más antigua de Galicia. Treixadura, godello o torrontés, entre otras muchas variedades pueblan las orillas de los ríos de la comarca de O Ribeiro, famosa por sus aguas termales y donde cada pueblo merece una visita. En su capital, la villa de Ribadavia y entre valles y montañas, nos encontramos con el Castillo de los Condes de Sarmiento o una red de juderías, entre otros atractivos, para ya, en Ribeira Sacra, continuar con un paisaje que impresiona; el de la viticultura heroica, con viñedos en bancales de mencía y otras variedades, ubicados en laderas con más de un 80% de pendiente y entre los que también se esconde una auténtica ruta del románico. Tierras que pueden recorrerse en todoterreno, catamarán o, incluso, en globo y que se erigen como uno de los secretos mejor guardados de Galicia.
De los ríos Sil, Miño o Bibei, pasamos al Támega, en torno al que se erige la comarca de Monterrei, formada por 26 bodegas y también tierra de grandes vinos elaborados con variedades autóctonas como la mencía o godello. Entre las visitas obligadas, la fortaleza medieval de Monterrei, balnearios como el de Cabreiroá o la localidad de Campobecerros. Finalizamos en Valdeorras, con la pizarra como elemento conductor: Al tiempo que decora los tejados de las construcciones de la zona, compone también ese terroir del que nacen vinos ampliamente reconocidos a nivel nacional e internacional. Merece la pena acompañar las visitas a sus bodegas y viñedos con otras como la del Monasterio de Xagoaza. Por supuesto, no nos despedimos sin pasar por algunas de las emblemáticas Fiestas del Vino de cada una.
RÍAS BAIXAS
La cuna del albariño puede conocerse de casi cualquier forma
En bicicleta, disfrutando de un concierto, paseando por pueblos marineros o desde la mejor playa del mundo. Las posibilidades para el enoturista aquí son enormes
Playas, islas, iglesias, balnearios, pueblos marineros y muchas más riquezas… Recorren, desde el Monte Louro en Muros hasta la desembocadura del Miño, una zona reconocida por elaborar uno de los mejores blancos del mundo, además de maridarlo con sus también famosos mariscos y pescados. En Rías Baixas, una gran cantidad de bodegas —muchas integradas en su Ruta del Vino— ofrecen al enoturista la posibilidad de conocer la elaboración de sus vinos de primera mano a través de visitas guiadas, catas o paseos por viñedos yendo, algunas de ellas, incluso más allá, para completar estas actividades con conciertos al lado del mar, exposiciones de arte o degustaciones gastronómicas. Rías Baixas es un lugar que puede conocerse de muchas formas: Practicando deporte a través de su BTT o sus rutas de senderismo; relajándose en A Toxa y sus famosos balnearios; paseando por las Dunas de Corrubedo, las Islas Cíes — donde, por cierto, se encuentra la mejor playa del mundo para The Guardian—, o el pequeño pueblo de Combarro; visitando pazos como el de Baión o Fefiñáns; o disfrutando se sus fiestas, hay muchas, y población local en citas como la del Albariño de Cambados. Desde allí, con “el atardecer estival como telón de fondo para degustar un Rías Baixas”, en palabras de Benito Leiro, merece la pena despedirse.
O RIBEIRO
Vino y termalismo se unen en la D.O más antigua de Galicia
Poco o nada de la historia de O Ribeiro se entiende sin su actividad vitivinícola, que crea un paisaje propio en la comarca y cuenta con una gran oferta enoturística
Poco o nada de “la comarca más ancestral de Galicia”, tal y como la define el pintor Miro Carballo, se entiende sin sus vinos, hoy también reconocidos entre los mejores del mundo y un lugar que “nos sugiere la belleza de sus ríos, viñedos y pazos”. Tierra de variedades de uva autóctonas como la treixadura, la torrontés o la godello, entre otras muchas, O Ribeiro presume hoy de grandes reconocimientos a nivel nacional e internacional. Sus viñedos se extienden por valles y suaves colinas a lo largo de toda la comarca, presentes también a la orilla de cualquiera de sus ríos —Miño, Arnoia y Avia—. En su capital, Ribadavia, que lo fue también de todo Galicia durante el S XI, se celebran con frecuencia eventos culturales, festivos y de recreo, a menudo relacionados con el vino. Además, el castillo de los Condes de Ribadavia, el Barrio Judío o el Museo Etnolóxico la convierten en un lugar de gran interés turístico. Una comarca famosa, además, por sus aguas termales, como las que pueden encontrarse en Prexigueiro o Berán, entre otros, y perfecta para relajarse en lugares como el Monasterio de San Clodio, donde pronto abrirá el primer Wine Spa de Galicia. A finales de abril tendrá lugar la ya 55ª Edición de su Feria del Vino. La Muestra Internacional de Teatro o su tradicional Fiesta de la Historia, ambas celebradas en verano, son otros de los eventos de interés en la villa.
RIBEIRA SACRA
El paisaje creado por la viticultura heroica, un secreto a descubrir
Viñedos en bancales en laderas de más de un 80% de pendiente, paseos en catamarán o rutas de románico otorgan a la zona un enorme atractivo para el viajero del vino
“Merece la pena”, dice Simón Vázquez, responsable de comunicación del C.R.D.O. Ribeira Sacra, “merece la pena mantener viva una tradición legada de padres a hijos, conservar unos de los paisajes vitícolas más bellos del mundo, hacer vino en estas tierras, un vino que es mucho más que vino.” 20 municipios recorren cinco subzonas; Amandi, Chantada, Quiroga-bibei, Ribeiras do Miño y Ribeiras do Sil; en el que es uno de los secretos mejor guardados de la Galicia interior. Viñedos de mencía y otras variedades autóctonas se distribuyen a lo largo de bancales en laderas de más de un 80% de pendiente que hacen honor a ese término que define a Ribeira Sacra, para muchos, mejor que cualquier otro: “Viticultura heroica”. Una zona que puede considerarse, además, como una auténtica ruta del románico gracias a iglesias como la de A Cova, San Miguel de Eiré, San Fiz de Cangas; o el convento de San Salvador en la capital municipal de Pantón, Santo Estevo de Ribas de Miño y San Paio de Diomondi. Famosa también por su monasterios, Ribeira Sacra puede recorrerse, además, en catamarán a través de las aguas del Miño y del Sil. Entre sus festividades, destacan cualquiera de las Ferias del Vino de sus subzonas. Celebrará en julio el Festival do Viño Ribeira Sacra 2018 con música, concursos de fotografía y nuevas rutas.
VALDEORRAS
La vinoterapia y el terroir, aliados en la comarca de la uva godello
Las características de la D.O dan lugar a grandes blancos con premios internacionales, que pueden catarse durante su tradicional Feria del Vino
Valdeorras, también tierra de variedades autóctonas como la godello o la mencía, sorprende al enoturista con sus bodegas y viñedos, enclavados en una tierra de fuertes contrastes geográficos de cumbres montañosas y cuencas fluviales. Una zona en la que la misma pizarra que decora los tejados de sus edificaciones forma parte del terroir que da lugar a vinos ampliamente premiados a nivel internacional. Las visitas y catas a los lugares en los que estos se elaboran se erigen así en el centro de un viaje que transcurre a lo largo de los municipios de A Rúa, Larouco, O Barco, Petín, Rubiá u O Bolo, donde, en este último, sostiene el periodista Jorge Isla, “encontramos una de las zonas de vid más antiguas de Galicia”. Un viaje que puede completarse con distintos tratamientos de vinoterapia, además de paseos como los que transcurren por el espacio verde de O Aguillón, rodeando el embalse de San Martiño; el Monasterio de Xagoaza, en su origen priorato de los caballeros Templarios; o la Iglesia de San Miguel. Para comer: Castañas, setas y, sobre todo, botelo, un elaborado de la matanza del cerdo y el plato típico de la zona, que también celebra en verano, más concretamente en julio, su tradicional Feria del Vino y donde el visitante podrá hablar de primera mano con los elaboradores de la zona así como probar sus blancos y tintos mientras disfruta de la música y la buena gastronomía.
MONTERREI
2.000 años de historia del vino sorprenden a lo largo del Támega
Pese a ser la D.O más joven de Galicia, la comarca cuenta con una larga tradición vinícola, que completa con casas rurales o balnearios como el de Cabreiroá
A Monterrei se la conoce como la D.O. más joven de Galicia pero lo cierto es que el vino cuenta, en la comarca, con más de 2.000 años de historia. Pazos reconvertidos en casas de turismo rural y balnearios como el de Cabreiroá, además de sus bodegas, repartidas a lo largo del valle del río Támega, donde encontramos viñedos de mencía o godello, entre otras variedades autóctonas, hacen de Monterrei un gran destino enoturístico, un lugar que, nos dice Pepe Paz, “como otros, tiene sus secretos, ciertos rincones que merece la pena recorrer”.
Si en la zona hubiese una única visita obligada, esa sería a la fortaleza medieval de Monterrei, icono de esta comarca hasta tal punto que protagoniza la etiqueta de su Denominación de Origen. Campobecerros es otro de los lugares que no debe perderse el visitante, una pequeña localidad de 125 habitantes, situada en los bordes del Macizo Central ourensano y de impresionantes paisajes en los que uno puede encontrarse con tesoros como la cascada de Os Arcos. La villa de Verín se encuentra también entre los destinos recomendados por quienes conocen bien la zona, un buen sitio para cenar o comer desde pulpo hasta cocido, y donde también puede visitarse el Museo Claustro Mercedario. Una tierra en la que tampoco faltan las fiestas: Famosa por su “entroido”, carnaval, y donde, del mismo modo, puede disfrutarse de la Feria del Vino de Monterrei.