Los grandes desconocidos

Las I.G.P.gallegas (Barbaza-Iria, Betanzos, Val do Miño-Ourense y, desde este año, Ribeiras del Morrazo) se distinguen por una escasa producción pero de calidad y una historia ligada al vino. Su prioridad: buscar una mayor promoción de sus caldos 

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Son las grandes desconocidas del panorama vitivinícola gallego, aunque esperan que por poco tiempo. Las cuatro Indicaciones Geográficas Protegidas de la comunidad, también llamadas Vinos de la Tierra, cuentan con un clima, una geografía y unas variedades de uva específicas que definen su reputación y la derivada necesidad de ser protegidas institucionalmente. Barbanza-Iria, Betanzos, Val do Miño-Ourense, y, desde este año, también Ribeiras do Morrazo, componen el grupo de I.G.P. existentes en el vino gallego. Todas ellas destacan por estar compuestas por un número reducido de bodegas, algunas de las cuales han sido ya galardonadas con importantes premios. Altares de Postmarcos, de Adega Entre os Ríos, en Barbanza-Iria, seleccionada en 2012 por Peñín como uno de los 100 mejores vinos blancos de España, Lorenzo Bescansas, de Betanzos, con 91 puntos en la Guía Parker en 2012, Remigio Enríquez Yáñez, Val do Miño, con 90 puntos en la Guía Peñín y os Areeiros, de Riberas del Morrazo, medalla de oro de los Premios Palacio 2014, son sólo algunos ejemplos de productos I.G.P distinguidos a nivel nacional e internacional.

Barbanza-Iria, ubicada en la Ría de Arousa y cuya reputación en el mercado se remonta al S XVII, de clima oceánico y suelos moderadamente ácidos, es hoy tierra de variedades autóctonas como el albariño o el brancellao, gracias a la labor de distintos viticultores que, en el año 2006, decidieron reunirse y estudiar el potencial de la zona. Francisco Crusat, presidente de la Asociación de Viticultores y Bodegueros de Barbanza-Iria, explica que, pese a haber elaborado siempre muy buenos albariños, la zona perdió su producción cuando los hijos de los labradores se fueron al mar. Hoy, ya recuperada, la I.G.P. trabaja para ser conocida. “Este verano queremos hacer una fiesta de la I.G.P coincidiendo con la época turística”, explica Crusat, quien no olvida recalcar la calidad de los vinos de esta I.G.P. pese a su reducida producción.

En la misma línea se sitúa Pablo Coroas, presidente de la asociación do Viño da Terra de Betanzos, una I.G.P. caracterizada por suelos profundos, que protege a un total de 6 bodegas asentadas en A Coruña y alimentadas de varietales como el Branco Lexítimo o el Agudelo. Coroas explica que su I.G.P. lucha contra la “mala fama del vino de Betanzos,” originada a finales del SXIX, cuando las cepas de la zona fueron afectadas por la “plaga de la filoxera” y las variedades de uva autóctonas fueron sustituidas por otras menos adaptadas. La I.G.P Betanzos nace en el año 2000, es entonces cuando se empiezan a recuperar las variedades autóctonas y se pasa a elaborar “vinos de calidad, con graduaciones más altas y de menor acidez, mucho más finos y aromáticos” según el propio Coroas, quien no duda al afirmar que, cuando alguien prueba estos caldos, “completos, complejos, profundos”, cambia por completo su concepción del vino de la zona.

Val do Miño, creada ya en el año 1987 y, por tanto, la más antigua de las I.G.P. del panorama vitivinícola gallego, está ubicada en la Galicia meridional. De suelos ácidos, ha estado ligada al cultivo de la vid desde el SXII. Cuatro bodegas componen esta I.G.P. en la que hoy se plantan variedades como la treixadura, el godello, la mencía o el caíño, de las que nacen vinos “de unas características técnicas exigentes y una calidad de alto nivel, perfectamente homologable a la de los vinos de calidad de cualquier zona de España”, según explica uno de los principales interesados en el desarrollo de la zona, Antonio Troitiño.

Y de la más antigua a la más joven de las I.G.P. de los vinos gallegos: Riberas del Morrazo cierra, desde este año, el listado de Vinos de la tierra de Galicia. Guillermo Martínez, actual portavoz, explica que “la labor desarrollada por los ayuntamientos y la intensidad con la que se implicó la gente” fue “fundamental” para consolidarla. Cuatro bodegas componen ya esta nueva I.G.P. que abarca ocho municipios en los que se producen “vinos de potentes aromas, francos, limpios, con sabores profundos y largos en boca, felizmente marcados por el influjo del clima atlántico”. Riberas de Morrazo ha logrado el objetivo que venía persiguiendo desde que, en el año 2002, un grupo de viticultores de la zona decidió cambiar su situación, pero no olvida los retos que le quedan por delante. “Ahora, hay que hacer un trabajo laborioso para el censo de los viñedos, presentarse a ferias, hacer un catálogo amplio de promoción y para esto tenemos que implicarnos todos”, concluye Martínez.

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