Pablo Franco Sarria: «El consumidor busca cosas diferentes y ahí está Galicia para ofrecérselas»

Tras su paso por la Cata de los Vinos de Galicia, Pablo Franco habla de la cosecha 2018, la percepción de las elaboraciones gallegas en el exterior o sus retos de futuro

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M.B.

Pablo Franco Sarria (O Barco, 1980) es actualmente director técnico del C.R.D.O. Rioja, lo que le obliga a un «exilio constante y continuo» de su tierra natal, Valdeorras, a la que debe su primer contacto con ese sector que «lleva en la sangre» desde niño; como si en «la marmita del druida» de Obélix se hubiese caído, aunque fuese más cuba que marmita y, en lugar de poción mágica, escondiese el vino de su abuelo. Dice, en cualquier caso, «estar donde quiere estar y aprender cada día con su oficio»: «El sector engancha, siempre hay algo que descubrir, quieres probar más, saber más?». Como parte del panel de la Cata Oficial de los Vinos de Galicia de este año, que el jueves anunció sus resultados, Franco habla en Galicia en Vinos de la cosecha 2018 en la comunidad, la calidad de sus elaboraciones o sus retos, entre otras cuestiones.

¿Cómo ha encontrado los vinos de la comunidad en la Cata Oficial?

Como técnico, llevaba la imagen de una cosecha complicada por las heladas que afectaron a distintas D.O. Al llegar y probar, me encontré con una respuesta técnica increíble por parte de las bodegas. Donde esperaba dificultades de maduración u otros problemas, lo que ví fueron muy buenas soluciones, muy buenas. En blancos, especialmente, el nivel es extraordinario, con muy buen volumen. En tintos, me llamaron mucho la atención los mencías de Ribeira Sacra por su homogeneidad y equilibrio.

¿Algo que le haya sorprendido, que se haya salido fuera de lo común?

A mí, lo que me ha enamorado de la cata son los vinos de añadas antiguas de blanco. Me vuelven loco y creo que la riqueza de Galicia reside en poder demostrar, a través de esas añadas antiguas, su verdadero potencial. Eso es lo que, verdaderamente, puede volvernos visibles en el sentido de decir: «Mira, somos capaces de hacer esto también, de elaborar un vino blanco con cinco, seis años». Eso es muy poco repetible en muy pocos vinos de muy pocas regiones.

Ahora que habla de otras regiones, son varios los grupos de Rioja que han desembarcado en Galicia, ¿Qué cree que es lo que encuentran aquí? 

Rioja tiene una visión muy abierta del mundo del vino, con una parte de industria muy desarrollada. Quizás por el tiempo que llevan en el mercado, han visto una necesidad de diversificarse y de diversificarse, además, con productos únicos. Todo eso unido a que, en un momento determinado, la D.O. no permitía las plantaciones de blanco, ha motivado a muchas bodegas a salir fuera a buscar un blanco y, en especial, a Galicia, como una zona de referencia, con variedades con muchísimo potencial y con una diferenciación enorme.

¿Qué es lo que distingue a Galicia? ¿Qué destacaría?

De Galicia destaco su carácter fresco; son vinos muy atlánticos. Yo soy, además, un enamorado de los vinos blancos viejos, de edad, porque creo que la capacidad de envejecimiento que tienen las variedades blancas gallegas no se encuentra en otras zonas. Eso es lo que yo admiro de los vinos de Galicia, difícilmente imitable fuera: Toda esa variedad de castas propias, yo no conozco una región con esa diversidad y esa calidad. Eso es una joya y eso hay que ponerlo en valor y que la gente lo conozca, claro que sí.

¿Y qué tal los tintos? 

Soy un eterno enamorado de esas mencías que, de nariz, son más perfumadas, que dan notas florales, violetas y demás.Ese es un descriptor que me enamora y eso sale más en los vinos tintos más frescos, los vinos del norte. Al tinto, en Galicia, le falta más desarrollo que al blanco pero volvemos a decir: Tiene unas variedades únicas y ahora, además, apuesta por los rosados, que son tendencia mundial y para los que Galicia tiene uvas que van muy bien para elaborarlos fresquitos y con mucha intensidad aromática.

¿La percepción de la comunidad en el exterior? 

Es de calidad, la gente tiene una imagen muy positiva de Galicia, una imagen verde, azul, de calidad, de fresco. Y, para mí, en el mundo del vino, Galicia da la sensación de pequeño, en el sentido de pequeños productores, que eso es super positivo, y luego está también la parte de calidad y diversidad de las uvas. La penetración en el mercado, como son pequeños, pues cuesta un poco más pero es que ahora mismo lo pequeño y lo distinto triunfa. La gente quiere cosas distintas y ahí está Galicia para ofrecerlas.

¿Los retos del sector?

A nivel Galicia, creo que quizás las bodegas tendrían que apostar más por los técnicos de campo, que son clave para la selección e identificación y que van a ayudarle mucho al enólogo y que también son importantes para la sostenibilidad. Hay otro reto importante relacionado con esas regiones que, a lo mejor, no se han desarrollado tanto como las D.O., las I.X.P., pero que tienen variedades que enamoran como el Blanco Legítimo, de Betanzos o, ahora, O Morrazo, y que son un auténtico lujo.

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