Ribeiro, que se dice pronto

La historia de la comarca, en la que se encuentra el precedente más antiguo de una Denominación de Origen en España, no se entiende sin sus viñedos, presentes en estas tierras desde el siglo II a. de C.

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En el siglo II antes de Cristo la dinastía Qin acababa de unir China, el Islam aún no existía y todavía iba a haber que esperar 17 siglos para que el hombre inventase la imprenta pero ya se elaboraba vino en O Ribeiro, donde, por cierto, se encuentra el precedente más antiguo de una Denominación de Origen en España.

Así lo prueban las Ordenanzas Municipales de 1594 de su capital, Ribadavia, que ya en el XVI regulaban tanto el cultivo de la vid como el comercio del vino en la zona, dando buena cuenta de la importancia de la elaboración en la que pasaría después a convertirse en la Denominación de Origen más antigua de Galicia.

Una hermosa comarca de valles, ríos y aguas termales cuya historia no se entiende si no es a través de la actividad vitivinícola que sus habitantes han desarrollado durante miles de años hasta llegar a nuestros días y que continúa, en la actualidad, presumiendo tanto de variedades autóctonas como de saber hacer.

Tierras trabajadas por los romanos y también los monjes del Císter: Asentados, estos últimos, en el monasterio de San Clodio, dedicaron buena parte de su tiempo al estudio de las castes de la zona así como a la reimplantación de viñedos; orgullosos, según prueban distintos documentos históricos, de la calidad de los vinos a los que estos daban lugar.

También en el monasterio de Oseira se ocuparon de las vides de O Ribeiro y, del mismo modo, no ha de olvidarse la vinculación de la zona con el Camino de Santiago o el pueblo judío. El vino de O Ribeiro, principal fuente de riqueza y razón de ser de la comarca, encuentra así su esplendor en la Alta Edad Media de la mano de importantes centros eclesiásticos gallegos, pasando a cautivar a los ingleses entre los siglos XIV y XVII en el que fue un importante fenómeno comercial.

Parece que hay cosas que no cambian y es que, si en los años que antecedieron y sucedieron al Renacimiento, O Ribeiro entusiasmaba ya a los británicos, su fama tampoco se queda atrás en el Siglo XXI: Este 2018, se ha situado en lo más alto de Decanter, una de las cabeceras especializadas emblemáticas del país.

Un reconocimiento que se suma a otros muchos en la trayectoria de una D.O. que ha sabido también recomponerse: Tras las plagas del oídum en 1850 y del mildiu y la filoxera en 1892, las variedades autóctonas de la zona empezaron a ser sustituidas por otras más resistentes pero de menor calidad. El cultivo de la vid pasó entonces a perder peso en la comarca, obligando a muchos de sus habitantes a emigrar.

Hoy, recuperadas gracias al esfuerzo de los viticultores de la zona, nombres como Treixadura, Godello, Albariño, Loureira, Lado o Caíño blanco y Caíño longo, bravo, tinto, Ferrón, Sousón, Mencía o Brancellao; vuelven a sonar fuerte gracias a los que han sido reconocidos como algunos de los mejores blancos del mundo y también a grandes tintos. Este fin de semana, en la 55 Edición de su fiesta grande, celebran 23 siglos de historia, que se dice pronto.  

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