Investigación, restauración, comunicación, turismo o distribución son algunas de las áreas en las que la formación en el sector del vino ofrece salidas profesionales a los jóvenes españoles, además de los más clásicos puestos en campo y bodega. Según la Organización Interprofesional del Vino en España, de hecho, la industria de la alimentación y de las bebidas ofrece, a través de 28.000 empresas registradas a nivel nacional, casi medio millón de empleos en nuestro país.
En la comunidad, por su parte y según datos del Instituto Gallego de Estadística a fecha de 30 de septiembre de 2017, los afiliados a la seguridad social solo en los campos de viticultura y elaboración de vinos superan las 2500 personas. El sector del vino genera 213 puestos de trabajo en la provincia de A Coruña, 236 en Lugo, 918 en Ourense y 1198 en Pontevedra y eso sin tener en cuenta áreas en alza en el vinícola gallego como la sumillería, el enoturismo, la exportación o la comunicación especializada.
Hay futuro en el mundo del vino y, además, «sin lugar a dudas», en palabras de Xoan Cannas, director del Instituto Galego do Viño (Ingavi), quien cree que el sector es un motor económico en la comunidad. No solo mueve un Producto Interior Bruto bastante elevado, argumenta, sino que también genera una ingente cantidad de beneficios en imagen: «Cada vez que un vino o una bodega gallega ganan un premio o salen en la prensa nacional o internacional, está generando marca Galicia y eso, hoy en día, cuesta mucho dinero».
Tampoco hay que olvidar que el vino en la comunidad está también muy vinculado al turismo. «La gente viene a Galicia por la gastronomía y la gastronomía incluye comida y vino. Siempre se ha dicho que aquí se come muy bien pero es aquí también se bebe muy bien», dice Cannas para pasar a opinar que «el enoturismo es algo latente en la comunidad» y «que esconde un negocio muy potente de cara a la próxima década.»
También la sumillería, asegura el director del Ingavi, «es un área en expansión». «Cada vez hay más restaurantes de alto nivel en Galicia que hay que dotar de personas que sepan hablar de vino y que, conceptualmente, tengan claro cómo contarlo pero es que, a la vez, con la llegada de la democratización del vino, surgen cada vez más bares de vinos, pequeños lugares donde se hace una gastronomía cuidada y que necesitan a estos profesionales», describe Cannas para pasar a añadir: «Aquí hay negocio y, cuando digo negocio, digo dinero. Hasta ahora se pensaba en facturar solo a través de la comida pero nos hemos dado cuenta de que se factura y mucho a través de la bebida: Pongamos un número al azar, si tengo 20.000 clientes anuales y, a cada cliente, soy capaz de venderle un vino de aperitivo y otro de postre a mayores, estoy facturando al orden de 7 euros por persona, son 140.000 euros más al año».
La distribución, continúa enumerando el experto, es otro campo interesante a nivel laboral que cada día demanda más formación: Por un lado, los clientes empiezan a buscar un valor añadido a la hora de comprar; por el otro, el mercado se ha globalizado. Todo ello vuelve necesaria la existencia de un profesional especializado que domine el lenguaje específico del sector, que sepa quién es la competencia y qué está haciendo y que tenga un discurso potente. Hay, además, «una carencia importante en el campo de la comunicación», donde «faltan profesionales con formación específica en el mundo del vino», explica Cannas y opina: «Para que nuestros vinos crezcan, para que en negocio del vino crezca en Galicia, sería muy interesante que los profesionales de la comunicación se especializasen».
Cannas cree que «Galicia está llamada a ser un referente internacional en el mundo del vino gracias a sus microclima identitario y el patrimonio genético de sus uvas» y que, precisamente por ello, «hay que dar un paso más en el salto a la profesionalización del sector». «Es necesaria una apuesta clara por la formación en el sector como motor de cambio», asegura el experto, quien echa en falta que, en Galicia, se imparta la carrera de Enología o la especialidad de vino en Ingeniería Agrónoma.
Este es solo uno de los desafíos de un sector en auge que ha llevado el nombre la comunidad más lejos de lo que muchos hubiesen imaginado nunca y en el que, asegura el experto, resulta apasionante todo lo que queda todavía por hacer:
«La vocación es algo que formaba parte de la generación de nuestros padres, hoy en día, en cambio, la clave es la motivación y el mundo del vino ofrece una motivación gigante porque es un mundo en el que nunca dejas de aprender, es un mundo que te tienes que tomar con mucha humildad porque constantemente se te están abriendo puertas hacia nuevas experiencias y conocimientos y esto hace que sea super ilusionante. Yo invito a la gente joven a crear un tejido empresarial renovador e ilusionante en el sector del vino en Galicia, con la formación con motor de cambio.»