Un tesoro para los ampelógrafos

Galicia y Madrid publican conjuntamente un estudio comparativo centrado en las variedades de uva del norte de España, de «incalculable valor» en términos comerciales y también económicos

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Texto: M.B.

Si existiese un mapa del tesoro para los expertos en botánica especializados en la clasificación de la vid – los ampelógrafos-, sería más que probable que este se centrase, en gran medida, en el continente europeo, donde se sitúa el origen de buena parte de las en torno a 5.000 variedades que existen en la actualidad en el mundo. Con total seguridad, tendría, además, una enorme cruz roja en la comunidad, donde hay identificados un total de 55 tipos de uva distintos.

«Se puede decir que Galicia es una de las zonas con una mayor diversidad de variedades de uva dentro de España y también a nivel internacional», asegura María del Carmen Martínez, directora del grupo de viticultura de la Misión Biológica de Galicia (MBG), organismo dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y quien encabeza el artículo «Value of two Spanish live grapevine collections in the resolution of synonyms, homonyms and naming errors».

El estudio, que se centra en la comparación de la colección de variedades de vid de la MBG con la del Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (IMIDRA), ha dado lugar a la caracterización ampelográfica y molecular de todas las variedades procedentes del norte de España y sus resultados acaban de ser recogidos por el Australian Journal of Grape and Wine Research, una de las publicaciones especializadas en viticultura más prestigiosas del mundo.

La detección de sinonimias -diversos nombres para una misma variedad-; homonimias -mismo nombre para variedades distintas-; o la resolución de errores detectados forman parte así del resultado de un «exhaustivo y meticuloso» trabajo comparativo cuyo valor, dice Martínez, es «incalculable» en términos comerciales y económicos.

Por un lado, explica, es fundamental describir bien las variedades utilizando herramientas científicas y es que: «A la hora de comercializar un vino, hay que ser muy exacto con los datos». «Cualquier error puede causar un perjuicio enorme a la bodega que lo comercializa o incluso a la zona geográfica que lo ampara», explica Martínez, quien pone como ejemplo el caso australiano de 2009, fecha en la que se descubrió que el albariño del país era, en realidad, savagnin blanc.

Por otro lado, continúa Martínez, se ha conservado en la comunidad una enorme cantidad de variedades. Se debe, desarrolla, a la gran diferencia entre zonas vitivinícolas – «No es lo mismo O Salnés que una zona de interior-, además del minifundio, entre otros factores. Aunque algunas, como es sabido, fueron siendo relegadas, sustituidas por otras de mayor resistencia a las plagas, lo cierto es que hoy día, en Galicia existen los medios y métodos para luchar contra esas enfermedades y cultivar las valiosas variedades autóctonas.

«Son uvas únicas», dice Martínez y argumenta: «Algunas de ellas no existen en ningún otro lugar en el mundo». «El hecho de tener variedades desconocidas, que solo se producen aquí, es un tesoro. Lo vemos cuando se ponen en contacto con nosotros, ya no solo bodegas procedentes Galicia o del resto del España, sino también expertos internacionales. Hay que tener en cuenta que, ahora, se demandan vinos originales, ligados al territorio».

«Es una suerte que aquí tengamos esa gran cantidad de variedades y un privilegio para nosotros poder trabajar con ellas.»

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