Patricia Rodríguez (1982) y Sofía Ferreiro (1991) se subieron el pasado viernes 14 de septiembre al escenario de la Ciudad de la Cultura de Santiago de Compostela ante el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, y la conselleira de Medio Rural, Ángeles Vázquez, para recoger el primer premio Agader a las iniciativas de Desarrollo Rural en la categoría de ‘Jóvenes’, solo un año y medio después de lanzar al mercado su primer proyecto empresarial.
Las socias y también primas firman Levin Red, una empresa afincada en Leiro que elabora productos de cosmética que cuentan con el vino de la zona de O Ribeiro como principal principio activo y que sacan así partido de las propiedades antioxidantes de los polifenoles, compuestos que se encuentran en la piel de la uva y que ayudan a combatir el envejecimiento. Para ello, cuentan con el saber hacer de un laboratorio especializado y utilizan uvas de viñedos propios, recogidas y transformadas después en vino por ellas mismas.
En la actualidad, comercializan una crema facial y un jabón exfoliante a través de su página web, Amazon y distintos puntos de venta físicos distribuidos a lo largo de España. Acaban de cerrar, además, el que esperan que sea el primero de muchos contratos internacionales y preparan el lanzamiento de hasta tres nuevos productos. «En muy poco tiempo, hemos cubierto la inversión y empezamos a recibir retorno», resume Patricia en este sentido y completa: «Si lo hubiésemos sabido desde el principio, nos habríamos lanzado antes. Estamos muy contentas».
Contentas en lo que respecta a lo económico pero también en lo que, dicen, más les importa. Tanto Rodríguez Chao como Ferreiro resaltan el orgullo de llevar con ellas, allá donde van, el nombre de O Ribeiro, en particular, y la marca Galicia, en general, que tan buenos recuerdos les traen. Ambas insisten en el valor sentimental que Levin Red tiene para ellas pues, además de lazos familiares y empresa, comparten también el ser hijas de emigrantes gallegos en México y la libertad de los veranos en Leiro durante su infancia.
«Venir aquí era como una magia literalmente, completamente una magia, por estar libre, disfrutar del campo o el vínculo con tus abuelos, que no estaban en tus cumpleaños ni en el resto de fechas señaladas. Como solo podías disfrutarlos una vez al año, los acompañabas a la viña, te involucrabas para pasar más tiempo con ellos, te transmitían los conocimientos del vino», recuerda Sofía, la más joven de las socias, mientras «vendima» una de las fincas que heredó de ellos: «Sí, es el vínculo con la tierra, es formar parte de algo».
«Recuerdo a mi abuelo hacer las rafias para atar las cepas, íbamos con él a la viña, al río, nos quedábamos para la vendimia y nos los pasábamos muy bien, yo recuerdo mucho el vino ligado a mi abuelo de toda la vida», dice Patricia que, tras dos años yendo y viniendo desde Madrid todos los fines de semana, decidió, hace ahora 13, asentarse, por fin, donde siempre quiso estar: «Si de algo me ha servido vivir fuera es para valorar lo que tengo aquí, O Ribeiro es una zona con muchas posibilidades, y a querer contribuir a que permanezca».
Así decidieron hacerlo, la prima pequeña y la mayor, que se ofrecía a cuidarla aquellos días de julio y agosto para que su madre le dejase ir al río. Y así lo hicieron con esfuerzo, sacrificio y empeño, «como todos los emprendedores». Su trabajo se ve ahora recompensado con el primer premio Agader a las iniciativas de Desarrollo Rural en la categoría de ‘Jóvenes’, al que se presentaron por probar y que, finalmente, ganaron.
El pasado viernes 14 de septiembre se fueron a Santiago de Compostela a recogerlo. Se subieron al escenario en una gala presidida por el presidente de la Xunta, Alberto N. Feijóo, y la conselleira de Medio Rural, Ángeles Vázquez, y se acordaron de sus abuelos.
A Sofía «le entraron ganas de llorar de la emoción» porque: «Si todavía estuviesen vivos y pudiesen ver lo que estamos haciendo, estarían super contentos». Patricia quiso que «el premio inspirase a otras personas que quieren vivir en la zona y no encuentran estabilidad laboral pero que sí tienen una idea».
«Les digo que se arriesguen, que se pueden hacer cosas: ¿Hay que luchar?, sí, ¿hay que sacrificarse?, sí, ¿hace falta trabajo?, por supuesto pero, a veces, los sueños se hacen realidad, hay que trabajarlos pero, si queremos vivir en el rural, esta es la única forma de que no desaparezca».